miércoles, 29 de diciembre de 2010
martes, 28 de diciembre de 2010
El ladrón de guante de lana
jueves, 23 de diciembre de 2010
Belén hoy
Describía ayer M.A Bastenier la situación: A fin de 2010 nunca había estado tan lejos la firma de la paz en Palestina. Pero el conflicto, aunque intratable, dista mucho de ser por ello incomprensible. Y apunta: Hay ocupantes y ocupados, resoluciones de la ONU y convenciones de Ginebra vulneradas, y nadie ignora cuál puede ser su solución: retirada israelí de la mayor parte de lo ocupado en 1967 -Cisjordania, el Golán y Jerusalén Este- permuta de territorios libremente negociada para compensar lo que Israel retenga, y compensación básicamente económica para los descendientes de los expulsados de Israel o el resto de Palestina.
Solsticio malavenido
martes, 14 de diciembre de 2010
Narobu Trea
jueves, 9 de diciembre de 2010
sábado, 27 de noviembre de 2010
Gringada
domingo, 21 de noviembre de 2010
Arrollador Arcade Fire
Así son estos canadienses. Llenan el Palacio de los Deportes hasta los topes y se entregan funcionando como un mecanismo de engranaje perfecto. Sus ocho componentes exprimen cada instrumento (entre ellos, ¡dos baterías!) que van pasando de manos como quien juega a las cartas. Tan pronto tocan el acordeón como una guitarra o se marcan una canción integral con el micrófono principal. El resultado se filtra por todos los poros de un público que, dicho sea de paso, se han metido en el bolsillo desde el primer tema. Además, haciéndonos un favor a los que controlamos mejor su disco Funeral, lo han recorrido casi en su totalidad.
sábado, 20 de noviembre de 2010
Distracciones
viernes, 19 de noviembre de 2010
jueves, 18 de noviembre de 2010
Holadiós a T Funkey
- "¿Más a jazz?"
- "No"
- "¡Ahhhh!"
¿Hacia dónde se dirigen? Está por ver.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Hasta aquí hemos llegado
lunes, 15 de noviembre de 2010
Ilusión a la basura
martes, 9 de noviembre de 2010
domingo, 7 de noviembre de 2010
Octofobia: miedo al 8 (miedo al futuro, ¡a mañana!)
miércoles, 3 de noviembre de 2010
¿Miga o corrusco?
Aunque podría, no se trata de un titular del recomendado El Mundo Today sino del principio de un relato de Woody Allen, que coincide con mis inicios en el desarrollo de mi moralidad. Pero yo siempre he sido más de miga.
Después de superar esa fase del egoísmo (o amor propio), del yo, yo, yo y todolomejorparamí, tuve que pasar (forzosa e inexplicablemente) a la siguiente etapa que consistía en ceder a mi hermano mi tesoro y quedarme yo con el corrusco de la barra, esa parte rígida, totalmente impermeable a cualquier salsita de guiso y muy desagradable a mi pobre dentadura por la que empezaban a asomar sus primeros brackets.
Y ahora, después de muchas salsas sin mojar (¡uy!), me entero de que llevo toda la vida equivocada. Paso por un escaparate y veo una estantería hasta los topes de libros de autoayuda y libros de luz, bien iluminados para que no pasen desapercibidos, destacando frases como: motivación, superación personal, ¡estima al egoísmo!,...
Esto me recuerda esa sabia frase de Rousseau que dejó a sus colegas ilustrados todo envidiosos y que exclamaron un redondísimo ¡OHHH! con boquita francesa al oirla.
- "El niño no es un hombre ni un animal..."
- Y todos: "¿Qué es? Por tus muertos, ¿qué es?"
- "El niño..." dijo mirando a todos, uno por uno, alargando su sufrimiento: "Es..."
- "¡Dilo ya rusó maldito o te arranco los cataplismas y hago que te los sirvan en el crep con cambembert que te desayunas cada mañané!"
- "El niño es un niño".
- "¡OOOHHH!", dejó escapar la audiencia.
Y siguió (o tal vez no continuó con este párrafo pero reinventar la Historia es así de fácil): "Le acostumbráis a que siempre se deje guiar; a que no sea otra cosa más que una máquina en manos ajenas. Queréis que sea dócil cuando es pequeño y eso es querer que sea crédulo y embaucado cuando sea mayor".
Cuatro siglos después, hoy, pienso que si hubiera sabido leer a los 3 años, me habría ahorrado este aprender a desaprender lo aprendido: compartir, tener en cuenta a los demás, dejarse guiar (a ciegas), etc. "Lo primero eres tú", dicen. ¿Yo? Pues a partir de ahora me pido siempre la miga. Y que me arresten.
domingo, 31 de octubre de 2010
Espiral de energía sideral
miércoles, 20 de octubre de 2010
El ingrediente secreto
Todo puede justificarse. Por ejemplo, llegar tarde a trabajar. Hoy yo me he pasado bastante, sí, pero tiene su explicación (y yo la mía).
Dos horas antes de ese momento la situación era la siguiente. Como cada madrugá, ha sonado mi despertador. Tanto me gusta la canción que me tira de la cama que la he dejado sonar un ratito: Bravely I look further than I see / Knowing things I know I cannot be. Luego la he mandado callar no para ponerme en pie sino para volver a mi sueño. Necesitaba averiguar un misterio irresuelto: había dejado un bizcocho a medio hacer por culpa de un ingrediente desconocido ¿¿Cuál?? Después de unos minutos somnolientos dándome cabezazos en una cocina que tenía un reloj con letras en vez de números (representación de mi objeción a las matemáticas) y paredes inclinadas hacia fuera (¿imagen de mi desequilibrio?), he sentido un regustín igual al que proporciona un baño caliente tras un día de ventisca en la nieve. La respuesta la he encontrado dentro de un sobre. ¡Rás! Lo he abierto y ahí estaba, blanca y en polvo: ¡La levadura!
.
He dejado el bizcocho hinchándose y me he levantado ya por fín, ya de verdad, en este mundo en el que, si te pellizcas, duele. En ella he visto a un presidente español que también busca soluciones ocultas a problemas conocidos. Que no sabe si quitar azúcar, poner más sal, llamarle huevo a la harina o darle más caña al horno: ¿cuál será la mejor combinación para este nuevo Ejecutivo? Y en esa misma vida tan real como villana, he pensado que igual de compleja puede resultar una relación parejil, de a dos (en el poliamor hoy no me meto). No todo se arregla con polvitos mágicos.
jueves, 14 de octubre de 2010
martes, 12 de octubre de 2010
Los mini mareos de Ceci
El descenso algo fatigant nos dirige al bar de la estación de Cotos: colacao y resposo rápido que en 10 minutos sale nuestro tren. Entrar en Madrid en coche el último día del puente del Pilar no entra en cabeza de chulapo. Chaca chá, chucu chú, calorcito y siesta de vuelta.
Pilas cargadas de sobra para una mini semana ¡de tres días de trabajo!
(Por cierto, un timo. Un timo o un desacierto nominal: en la Laguna de los Pájaros lo más parecido a un ave han sido nuestros silvidos de jilguero enjaulado).
lunes, 11 de octubre de 2010
Tan breve como este relato
Ya de paseo, un semáforo acaba de ponerse verde para los peatones cuando el golpe seco de un coche lanza a una niña por los aires como solo ocurre en las películas. Al volante, un señor de ochenta y muchos años, se reajusta las gafas: “No he visto… no me ha dado tiem...” Se traga estas justificaciones que le escuecen tanto por dentro como las lágrimas que riegan sus mejillas lo hacen por fuera.
Una persona que ha vivido mucho no ha permitido que lo hiciera el cuerpo con zapatos azules de muñeca que ahora yace en el suelo. Un reguero de sangre fluye de su cabeza.
martes, 28 de septiembre de 2010
Lo que dura medio trayecto
Le digo: Hola, ¿Estuviste en Leganés el mes pasado?
Pero tampoco ésa la terminó. Y así, con una explicación a medias, subí arrastrando los pies las escaleras subterráneas, subterrestres y subterrícolas pensando que o bien volvía a buscarla para que me revelase el final o me lo inventaba yo. Y en eso estoy. Acabando esta microhistoria con un olé a una mimo silenciosa, una alegoría que, mediante una sencilla iniciativa, nos hace dirigir la atención a aquellas mujeres que han construido y construyen la Historia acalladas por el botón mute.
domingo, 15 de agosto de 2010
viernes, 30 de julio de 2010
¡A la rica gamba!
Decía una escritora muy freaky de lo suyo que de pequeña se relamía al ver erratas o errores en cualquier tipo de publicación que cayera en sus manos.
Yo también he sido afortunada de chuparme los dedos de gustirrinín:
Ayer, los ministros y las ministras reaccionaban públicamente ante la prohibición de las corridas taurinas en Cataluña.
Anoche, al corrector de este diario le llamaron dos amigos que estaban sentados en un terraza "de lujo, tío, te tienes que venir" y pasó por alto este entrecomillado al que, tal cual está, habría que añadir: Leire, ¡cúrrate tu discurso!
martes, 27 de julio de 2010
Cuando la tiza marcó el compás
Por la noche, en el Café Libertad, 8, vivo otra sensación muy intensa que me remueve por dentro pero que no tiene absolutamente nada que ver con la anterior. Aquí no hay una marca blanca de tiza en el suelo a la salida de un túnel sino vigas de madera y terciopelo azul Marino.
El violín lo llena todo. Es sobrecogedor. El cantautor (cansautor) a quien acompaña, que era el principal reclamo, ha quedado en un segundísimo plano. Peor. Fuera de escena. A mis ojos no existen más que ellos dos. Él, músico y él, violín. Ese instrumento pequeño y manejable que obliga a su maestro prensarlo entre cuello y hombro (no vaya a salir danzando), causa en mí un efecto peligrosamente hipnótico de atontamiento enamoradizo. Una preciosidad.
En ocasiones, mi estómago se encoge y mi respiración se acelera empujados por emociones que me pillan de sorpresa al hacer cosas tan previsibles como leer la página de un periódico o entrar en una mítica sala de conciertos de Madrid.
sábado, 24 de julio de 2010
En otra dimensión
¡Menuda historia la de los toys! Sobre todo la segunda parte en la que los niños se han acabado sus cucuruchos y sus bocas tienen ahora vía libre para hablar y reír. Las bocecillas salen de asientos de diversas filas de la Sala 3 y comentan entusiasmadas un momento que consideran estelar: el Señor Patata convertido en tortita, primero y en salchicha, después. Aunque reconozco que me dejé arrastrar por la excitación del público, objetivamente, es una escena muy graciosa.
Me toca salir corriendo a los baños de mujeres al oír un susurro a mi derecha: "¡Quiero hacer pis!" Ya de vuelta, todavía queda un buen rato de animación y un episodio dramático que prefiero no mirar:
Por último, más risas, aplausos y el cierre con You´ve got a friend in me.
Luego, en la calle, mi teléfono no responde. Meto el pin, el puk, el pim-pam-pum, fuera. En la tienda soy testigo, sin tiempo para el duelo, de la muerte de una tarjeta que seguía siendo de color verde y que aún se llamaba Amena. Y es así como se han colado en alguna dimensión que no es posible ver con gafa alguna, los números que grabé cuando, como el dueño de Woody, empecé la universidad. Ciclo cerrado.
jueves, 22 de julio de 2010
Delirio a 185
lunes, 19 de julio de 2010
Taquicardias justificadas
jueves, 15 de julio de 2010
Rojo festivo
Dimos con dos contadores de luz disponibles a los que subirnos, algo excepcional en un tramo de calle donde las mejores posiciones ya estaban ocupadas. Eso sí, el sol y el calorazo se repartieron por igual. "¿Puedo pedir agua a los del Samur?" "Da igual, ¡ya llega el bus!"
Una hora más tarde, la vista de pájaro nos permitió tomar, entre otras, estas imágenes.
La Roja con la copa
viernes, 9 de julio de 2010
Los tentáculos tenían razón
Bajar a Colón, a quince minutos andando, era casi obligación.
Por una vez el vendedor de cervezas no era chino. Era un hombre de unos 50 años del barrio de Prosperidad con su carrito vaciándose de latas de las grandes: “Así te ahorras un viaje”, me dice.
Clientes no le faltan. Llega un grupo justo detrás de mí: "Du yu jaf a bier?"
"¿Quééé? A mí háblame en castellano que yo soy español", responde el próspero.
A lo que los chavales, más madrileños que el cocido, gritan: "¡Yo soy español, español, español!"
Así el ambiente, seguimos bajando y ya en la plaza nos encontramos con: dos semáforos, un policía bigotudo, banderas de todos los tamaños, camisetas rojas, unas 307 personas (300 personas y siete alemanes con la blanca) y muchos coches con gente colgando por las ventanas.
Como habían precintado la fuente, había que buscar alternativas. La muchedumbre exaltada se dedicó a esperar a que el semáforo se pusiera verde para saltar, hacer un trenecito o agitar banderas en el centro del paso de peatones y cruzar a la acera contraria cuando iban a pasar los coches. Mientras, el poli intentaba controlar la situación conteniendo la risa provocada quizás por las cosquillas que le hace el bigote.
De vuelta a casa parecía que, por una vez, la aglomeración tenía ganas de que pasara rápido el fin de semana. Este domingo, todos a la Cibeles.
viernes, 2 de julio de 2010
Repetición y regustación
Zipi y Zape (rapados)
¡Quiero ver!
Espaldas trabajando
Espaldas churruscadas
Los moños, lo más de lo más
El moño con maracas (¡y boli bic!) aún mejor
Las culebras rubias muerden...
jueves, 17 de junio de 2010
Gentes extraordinarias
El grueso humano ha huido en estampida. Pasada la fase Erasmus, cuando los que no estábamos fuera aprovechábamos vuelos baratos para visitar al que sí estaba disfrutando de la beca apodada orgasmus, hemos entrado en una etapa en la que nos ha dado por experimentar la vida en otros países donde siempre aparece alguien que te dice que conoce un temazo y ("¡No! ¡Eso no es necesario!") también te lo baila: La Macarena.
Los que hemos vuelto hemos adquirido un papel centralizador importante. Aprendemos a convivir con nuevos personajes a quienes hay que dar una oportunidad o incluso dos. Por ejemplo, el perro del vecino me muerde la falda siempre que me ve. Las dos veces que me ha visto (el perro chotacabras), llevaba falda (yo falda, el perro chaleco escocés) y me ha mordido (el perro, claro, aunque si se repite, le he dicho al dueño que voy a morderle yo a él. Al dueño, claro). A este tipo de elementos hay que darles tiempo y, dado el caso, hacerles un hueco y saludarles por la calle.
Tratamos también de dar cálidas bienvenidas al que regresa y despedir al que decide probar suerte en el extranjero. El último caso ha optado por Francia y para abrazarle con un à bientôt! hubo cañas en la terraza del gallego. Estábamos congelados y hechos un ovillo pero aguantamos como campeones la mesa en la calle que tanto nos había costado conseguir. Pues desde ese día mantengo conversaciones con los muebles de mi casa porque se habló de que los pensamientos mueven el mundo y otras pamplinas como eso de que la tierra es redonda como un balón magullado.
Y esto del poder de la mente viene del japonés, doctor en Medicina Alternativa, Masaru Emoto. Su libro "Mensajes del agua" recoge el resultado de una investigación de distintos tipos de agua para llegar a conclusiones como que el agua tomada en fuentes y arroyos de montaña forma bellas estructuras cristalinas en contraste con los cristales deformados hallados en muestras de agua contaminada o estancada. Y va más allá. Cuando las muestras fueron expuestas a palabras, pensamientos o emociones negativas, el agua no sólo no formó cristales sino que en su lugar se crearon estructuras caóticas.
Ya veremos cuál cruje antes. Por seguridad, no daré más detalles no vaya a ser que mis sujetos de investigación, además de captar sentimientos, hayan desarrollado la habilidad de conectarse a internet. Pero si se comprueba la teoría, se acabó pedir al perro el periódico y las zapatillas (¿alguna vez lo hizo?). De ello se ocupará la mesilla de noche. Siempre que reciba su riguroso beso de buenas noches antes de que apaguemos la luz.
viernes, 11 de junio de 2010
Con el Haka a ninguna parte
Así, mientras una hace el caso justo a los consejos, se mueve y remueve, sigue aguantando chaparrones de todo tipo. El más literal (y literario) nos cayó en la Feria del Libro de El Retiro y vino acompañado del comentario de un dependiente: “Días como este hacen mucho daño a la venta”. Arrinconado, se veía su ventilador sin enchufar.
sábado, 5 de junio de 2010
Perversión freudiana
martes, 1 de junio de 2010
Confianza ciega
Nunca hasta ahora había visto tan claro ejemplo de fuerza de voluntad en un deporte (en mí) hasta que he probado la escalada. Para ello he tenido que aprender a confiar en el potencial de los músculos, en el balance de pesos y en la gravedad, que no se ve pero intuíamos que andaba ahí.
Mi monitora fue describiendo lo que me iba a encontrar:
- Las presas son esos asideros que hay en la pared con diferentes formas: croissant, garbanzo, cuerno, plátano, etc. Sirven para que manos y pies se agarren a ellos. Una vez arriba, las presas son todo.
- Motorista. Dícese del tembleque que se apodera de la pierna de alguien cuando flaquean sus fuerzas.
- Bailarinas. Un modelo de pies de gato, de zapatillas, que te comprimen el pie a lo geisha. Con la goma de su suela, por lo visto, se asciende casi sin esfuerzo.
- Magnesio. Polvos mágicos adherentes que llevan en un saco atado a la cintura y esparcen por las paredes para subir como si tuvieran ventosas en la piel. (¿Dedos ventósicos?)
Entre tanto íbamos ejecutando distintos ejercicios, pruebas o juegos. Me invento los nombres:
El twister. Elegir un color de presas y solo ir a por esas. A mí me tocó el azul. Y en un momento determinado oigo: ¡Tramposa, ese es verde! Y me escudo: Ese era azul verdoso, profe...
El memory. Una persona va marcando un recorrido y la otra lo repite. Cada vez es más complejo. Mente y cuerpo trabajan a la par.
El capullinski. Seguir un recorrido bajito. De la línea para abajo. Pies y manos están tan juntos que hay que ingeniárselas para encontrar el equilibrio cuando, incluso, tienen que compartir un mismo cuerno o garbancito.
Y la más emocionante de todas: el ciego. Con los ojos cerrados y a tientas te desplazas de un lado a otro. Por increíble que parezca uno confía mucho más en sí mismo que con los ojos abiertos. Además, la extremidades responden y obedecen mil veces mejor.
Deseando coger más práctica en terreno artificial (con colchón semipodrido debajo) y con ganas de salir a la montaña, voy a seguir alimentando mi lista de hobbits. Baja Frodo que sube la escalada.
lunes, 31 de mayo de 2010
Berto Mates
martes, 25 de mayo de 2010
Cinco, cuatro, tres, dos, uno... ¡IMPRO!
Vamos a ver. Cuando entro en un vagón de metro, suelo comportarme siempre del mismo modo. Generalmente, busco un hueco libre para sentarme o un lugar con una barra cerca para poder agarrarme en caso de tener que quedarme de pie. Si he tenido suerte encontrando un asiento, tal vez deje de tenerla cuando, como el otro día, llega una persona con mucho pelo blanco. Deduciré por ello que es mayor y que debo cederla el sitio. Suelo pensar de ese modo porque, aunque nunca recibí Educación para la Ciudadanía y aunque en la ventana de sitios reservados solo aparecen el monigote de embarazada, el de un hombre con bastón, el del brazo escayolado y el de la mamá llevando un bebé, y no una persona de piel arrugada cual garbanzo, a mí me han enseñado que, aunque yo esté agotada, por mucho que haya caminado ese día y a pesar de las heridas que me hayan hecho las sandalias nuevas, tengo que ser amable con los ancianos. Y tengo que agenciármelas para reunir elementos que me den pistas de la edad que puede tener el ciudadano que acaba de llegar.
La conversación pudo acabar en una discusión. Odio discutir. O en un diálogo cero interesante, lleno de bostezos por mi parte y de gritos por parte del hombre prehistórico. Pero la historia se cortó justo ahí porque llegué a mi parada. (O ella llegó a mí. O el conductor del tren me llegó a ella. ¡Basta!)
En cualquier caso, el señor (robusto como un roble nevado) y yo, no dejamos de ser dos simples viajeros utilizando el transporte público. Y punto.
El mundo de la improvisación teatral es algo distinto. Distinto al teatro, en el que se da vida a un solo personaje durante toda la obra, y diferente de la realidad cotidiana en la que también tenemos unos papeles asignados para comportarse como se espera que hagas en la esfera social, y así todo vaya sobre ruedas. Suavecito, sin asperezas.
En la impro el actor puede convertirse en quien él desee sin (apenas) guión previo. Puede pasar de ser un simio anestesiado a hacer las veces de payaso cirujano en un musical. Puede meterse en el pellejo de un boyscout que busca gamusinos y, dando tres pasos laterales, bordar la interpretación de un mapache infeliz. Eso sí, cada sketch sigue siempre una lógica ya que cuenta con un árbitro/presentador, unas reglas que le dan sentido al juego/espectáculo y, otra pieza fundamental, el público/jurado que, muerto de risa y con ansias de más, se encarga de dar paso a los actores cada vez que entona el Cinco, cuatro, tres, dos, uno… ¡IMPRO!
15 de mayo en 25
lunes, 10 de mayo de 2010
Raya de noche continua
La nueva fiebre universitaria se llama lipdub. Así lo observamos en nuestra tarde de terapia musicopictórica que enlazamos con una llamada: “¡Hola! Tú no eres Javi. ¿¿Qué has hecho con él??” y una respuesta: “No sé. Alguien se dejó anoche este teléfono en mi casa.”
Encontrado por fin el payo cerdeño* amante de las rotondas, vamos a dar saltos Loquillos. El micrófono se niega a interpretar al Chivi. Otra vez será.
Me cae ceniza en el hombro. Un cigarro, supongo que será. Miro para arriba y recuerdo lo que han dicho en la radio: repite visita la nube del volcán impronunciable. Ey... Eyjaffff.... Eyjafjalla. Eso.
Regresamos al barrio con el maletero a rebosar por mudanza de armario, las alfombrillas arrugadas como acordeones, el limpiaparabrisas a su máxima potencia, la clásica duda (¿los cristales se desempañan con frío o con caliente?), una mención al bloggero, y un debate sin mucha miga que no necesita confirmación: Moncloa está en el kilómetro 3.
La lluvia me ha quitado la raya continua que me pinté en el ojo, la ha estirado y la ha pegado a lo largo de la calzada. Se la regalo. Total, le queda mejor que a mí.
jueves, 6 de mayo de 2010
Cuenticando
lunes, 3 de mayo de 2010
Mejor que una montaña rusa
Cambiamos de escenario para disfrutar, por primera vez en directo, de uno de mis reclamos cuando I´m becoming paranoid: The Sunday Drivers quienes me trasladan muy contenta al siguiente grupo más esperado.
- "Es Buenísimo".
- "Sí, pero no puedo saltar más. ¡Qué lo detengan!"
- "Lucky, lucky, we are so lucky!"
- "Yes, yes, but ¡Que pare ya!"
El culpable es Franz Ferdinand. El más alto en el ranking. Enorme concierto. Y no esperaba menos.
Con Una Ópera Egipcia del grupo planetario tuve la sensación de haber visto ya a todos los gordos. Entrada la noche, Pacamóvil 1 y Pacamóvil 2 se desplazan una hora de carretera hasta La Zenia donde nos ofrecen techo y suelo. ¡Ah! y colchón de verdad para las chicas, no de los hinchables, de los que Cami deshincha y dice a su amigo en francés “Quel con!”, y el supuesto con lo vuelve a hinchar y Cami se lo deshincha por segunda vez quitándole el tapón, y así una y otra vez, y los demás con nuestro tacetone con galletas pensando que qué tarde es y qué sueño, pero qué risa y qué dolor de tripa.
El sábado bajamos con tiempazo a la playa donde hay intentos de volar una cometa con un ala chata ("¡Tensa más la cuerda!") mientras miramos de reojo el partidazo de volley de los inglesitos de al lado. Comenzamos la reedición de la Guía Michelín 2010 a pesar de mis protestas: "Mis michelines ni hablan ni tienen vida propia". Tratamos de alcanzar nadando la boya que algún truhán va alejando a medida que nos acercamos. Comemos una paella insuperable (discrepo de la cabecera de la mesa: la paella no siempre está rica) y bebemos sangría (la sangría casi siempre sí).
Diálogos para iniciar una conversación que puede desembocar en... cualquier cosa. Por ejemplo, en las manos de la gente con carita feliz los minis de cerveza (Estrella Levante) saltan por los aires, te riegan entera empezando por la espalda, y:
- "¡Qué paxa Pachi!"
- "Yo no soy Pachi… ¡pero da lo mismo! Venid con nosotros esta noche que hay un dj en el quinto piso de tal y cual el lugar es lo de menos".