miércoles, 30 de abril de 2008

No hagas cosquillas al nadador

Hay muchísimas formas de perderse por el ciberespacio. Perder el tiempo en cosas muy absurdas dando un simple clic al ratón. Y aunque ya controlo las etcéteras tentaciones, esta vez no lo he podido evitar. Por un lado, es verdad que no abro los power point de mensajes tipo oh qué bella es la vida rodeados de super felices unicornios pastelosos, osos amorosos odiosos y moticonos (malditas bolas amarillas) y todo ello sobre una puesta de sol de tonos violetas. Los elimino porque si no los reenvío a todos mis contactos me amenazan con morir aplastada bajo una estampida de osos peludos montados en caballos voladores con cuernos puntiagudos.

Por otro lado, hoy no me he podido resistir... ¡¡¡¡Me ofrecían saber qué animal soy!!!! Nunca hasta ahora me había dado cuenta de las ganas que tenía de saberlo. http://www.2on.com/es/ Sigues las instrucciones, rellenas los dos huecos y listo. Me ha salido… tá tá tá chán: ¡elefante! ¿Por qué? Ni idea. He buscado semejanzas entre nosotros, he comparado fotos y nuestros sonidos guturales pero a pesar de gustarme los cacahuetes y de haber compartido grandes momentos con Dumbo, puedo asegurar que no tengo trompa. Es más, yo no puedo ser elefante porque a ellos no les gustan los ratones y yo no puedo separarme del mío. Clic.

A mí lo que me hubiera gustado ser es mono (mona ya lo soy) o una auténtica rana. Ayer fui a la piscina cubierta (cubierta ella y semicubierta yo) a echarme unos nados. Aún no soy más que un renacuajo que tiene que aprender primero a no taparse la nariz al sumergirse en el agua y segundo a conocer el uso y funcionamiento de las instalaciones. En ellas me planto con mi piel incolora invernal. Con mis gafas transparentes de bucear de culo de vaso que además de reducir el tamaño de los ojos (hasta desaparecer) te descubren todas las mucosidades y otras porquerías subacuáticas en proceso de desintegración. Y por último mi gorro gris metalizado que me convierte en cabeza-bala. A continuación tengo que saber que la tarjeta electrónica que me dan abre la taquilla pero que debo esperar a que suene un bip y no dos. Me recomiendan ponerme chanclas pero cuando alcanzo el borde de la piscina para tirarme de bomba, me exigen dejarlas fuera. Las duchas para lavarme el cloro (y su olor a verano) son mixtas (de jamón y queso) y no puedo quitarme el bañador libremente. Debo nadar siempre por la derecha para no estorbar y por último, obedecer el socorrista cuando me dice: eh! gafotas, deja de dar palmaditas y hacer cosquillas en los pies al nadador de delante.
.
Eso es todo por hoy. Nada más (me dice el monitor de natación). UF ¡qué malo! Ya me callo.
.
Bueno, solo añadir que últimamente no paro de escribir sobre animales, tema que nunca me ha interesado especialmente y que vuelvo a dejar en stand by (que no sé dónde está exactamente pero seguro que está bien acompañado).

miércoles, 23 de abril de 2008

martes, 22 de abril de 2008

Cortes, tiritas, gatos y mala suerte

Zanahoria en mano derecha, rallador en la izquierda y ralla que te ralla hasta conseguir una montaña gigante de fideos anaranjados en el plato. Pero… ¡un momento! Creo que eso rosita que acaba de caer es un trozo de mi dedo índice que en estos momentos está llorando sangre. Solución: tiritas doble capa. La elección al comprarlas ha sido difícil. Las hay:
a) del Mickey Mouse (masculinas) y de la Minnie (femeninas)
b) transparentes
c) marrón clarito. Las más baratas y las que me he comprado. Para que no se despegaran he tenido que añadir celo.

Acabada la cura, salgo a la calle con un cargamento de botellas y tarros en vacíos en mi mano izquierda (cuyos cinco dedos están enteros). Voy a disfrutar escuchando los cristales rompiéndose en mil pedazos al chocar contra el fondo del contenedor de reciclaje. Un botellín roto de Jupilier ha atravesado la bolsa de plástico y ¡RAS! Me ha rajado la pierna: otra tirita. Soy un dibujo animado.

Suficientes ataques para un día, pienso. O no. Salgo a la calle y me cae de la nada una lata de coca cola añeja completamente descolorida y con miles de picos 100% óxido que rozan mi nariz. Parece que me he peleado con un gato rabioso. Sin duda, el gato negro de la mala suerte con el que me he debido cruzar hoy. O con el que me voy a cruzar. Efectivamente, unos segundos después me encuentro con el bicho que ha sido bañado en lejía (no soporta el agua).


Traducción:

PERDIDA. Gatita blanca con un ojo color amarillo (sol) y otro azul (cielo de día). Tiene bigotes (blanco nube) porque la muy hippie se niega a depilárselos. Se llama Martirio por lo pesá que se pone. Tiene una cicatriz recientita (como el pan) en su abdomen debido un ajuste de cuentas.

----------------foto de gata con cabeza retorcida 180º -----------------

Puede que en estos momentos mi gata esté en su jardín aplastando sus flores o en su trastero acabando con las latas de atún. Puede que usted sea tonto y no se haya dado cuenta.
Vivo en la rúe tal y cual y mi teléfono está lleno de números.
Antes de devolvérmela, llévela al veterinario así me ahorro una pasta gansa.
Cuento con su ayuda y le doy las gracias por leerse este anuncio de pe a pa”.

viernes, 18 de abril de 2008

miércoles, 16 de abril de 2008

Queridisisisisísimo Papá Noel

Argentina: (…) y entonces la gallega, después de retarle, le acabó abrasando.
Yo: ¡Qué final más gore!
Argentina: ¿Por qué? Pero si acaba buenísimo.
Yo: ¡Ahhh! Ya, que no le lanzó a la hoguera; le abrazó del verbo abrazar (¡no abrasar!). Y no hubo reto ni apuesta ninguna. Simplemente le regañó.
-
Ya voy entendiendo las expresiones de mi amiga. Tampoco fue una coruñesa la protagonista de su anécdota sino una segoviana. Porque yo para ella (como el resto de españoles para los argentinos) soy gallega, lo cual en mi caso no está del todo desencaminado teniendo en cuenta que uno de mis más dulces antepasados nació en la localidad lucense de Sarria. Y luces tenía unas cuantas. Al señor Matías López se le encendió una bombilla de tantos vatios que gracias a sus ideas publicitarias consiguió levantar una de las compañías de chocolate más grande de la España de finales del siglo XIX. (La de Charlie y su papá Tim Burton es una ridiculez a su lado). De ese mismo pueblo es mi compi de piso. Un lugar donde la niebla llega a ser tan espesa (y con grumos) que a veces uno parece estar dentro de las ubres de una vaca.

Hoy, nada más llegar a casa, me dice esta gallega (también de curiosas ocurrencias):

voy a denunciar al redactor del horóscopo del diario Metro porque mi signo del zodiaco siempre es deprimente. Que yo soy bastante escéptica con esas cosas, pero lo leo así de refilón y oye, en el fondo algo me afecta. Todo negativo. Ni salud ni amor ni trabajo. Y llego al trabajo con dolor de cabeza, el corazón roto y pensando, "hoy me despiden".
-
A continuación,
Gallega: por cierto, estoy escribiendo ya a Papá Noel que siempre me pilla el toro.
Yo: pues como es mágico pídele que te cambie la fecha de nacimiento. A mí con mi signo me va bien. Pruébalo.
Gallega: eso es imposible. No se puede cambiar el pasado.
Yo: claro que sí.
Gallega: me apuesto lo que quieras a que es imposible.
-
Y entonces la gallega, después de retarme, me ha abrazado.
-
Me voy a la cama a arroparme con una manta de chocolate decorada con puntilla de dulce de leche.

domingo, 13 de abril de 2008

Fieras y mordazas

A esta fiera la han amordazado por su comentario: Me paresió ver un lindo gatito. Guau.

(La fotógrafa, cobarde felino, se ha refugiado dentro del autobús deseando que arrancara. ¡Rápido!)

miércoles, 9 de abril de 2008

Me han lanzado una botella de güisqui a la cabeza porque hoy se me ha ocurrido coger mi mesa de trabajo e instalarme dentro de un campo de fútbol

He intentado ignorar el río de sangre que salía de mi frente convenciéndome: no hay dolor, no hay dolor. Miles de personas desde las gradas me insultaban, criticaban y menospreciaban mi forma de trabajar. Mientras, varios dedos incordiones se han puesto a teclear en mi ordenador, a mover mi ratón y a subir y bajar la altura de mi silla. Yo les amenazaba ¡os voy a convertir en muñones!

Una lluvia de abucheos, rayos y truenos ha desencadenado un segundo Diluvio Universal. Del Arca de Noé ha bajado el mismísimo Adán que espontáneamente se ha puesto a correr alrededor del campo y antes de ser atrapado por la policía se ha marcado un chá chá chá.

Esta es la mía, me he dicho. Es mi oportunidad para salir de este infierno. Me he disfrazado de Eva Sin Vergüenza para yo también quedar detenida por alteración de orden público… a pesar de que haya sido el público el que haya alterado mi orden.

martes, 8 de abril de 2008

Do, re, mi, fa, sol, la, lará, leré

De vuelta a mi linda Bruselas. Me he traido un ordenador nuevo. Hace un año me parecía todo un lujo tener mi propio portátil. Le he metido tanta música que si un día de estos peta van a empezar a salir notas volando por toda la habitación. Quizás si abro la boca y me las como aprenderé, por fin, a cantar bien. Ñam, ñam.

sábado, 5 de abril de 2008

Mario Bros vs. Colum Pios

De parques y tilas

Qué bien. Qué sol. Qué relajación. Qué alegría infantil: ¡vamos al parque!
Qué nervios. Qué parada cardíaca. Qué histeria adulta.

Hace buen tiempo. Cojo a mi delicioso sobrino con su triciclo y su pala morada y me le llevo al parque donde los vagabundos de toda la vida, el Pablito y el Peonza (gran consumidor de cerveza que pensaba que le perseguían y daba vueltas sobre sí mismo de forma constante), se han mudado de barrio. A los perros les han puesto una zona reservada y en el área infantil hay columpios nuevos.

Meto a “mi niño” dentro de las vallas de colorines y ahí empieza mi estudio sobre la psicología infantil. Un mundo de seres pequeños socialmente locos pero de una lógica demoledora. Ejemplo: se acerca una niña y me dice ¿puedo tocar a tu perro? (que no es mío pero lo han atado a mi lado). Yo imagino que se va a quedar jugando con él un rato pero en ese caso me habría preguntado si puede jugar con él así que simplemente le toca el hocico y se va cantando tralarí tralará.

Poco a poco, mis nervios se pondrán alerta por intentar salvar a los 30 inconscientes que se divierten en el corral. Uno le está tirando puñados de tierra a los ojos de otro después de advertirle: como me destroces mi montón de arena me voy a poner furioso; muy furioso. Quien avisa no es traidor. Pero, ¿solo lo oigo y veo yo? ¿No hay nadie que le auxilie? Siento la responsabilidad de librar al agredido de una ceguera irreversible.

Dos niños desfilan cual soldados usando sus cubos a modo de casco. Después de un cambio de guardia, se aburren. El primero se quita su cubo y se dedica a hacer flanes. El segundo no se quita su cubo. No puede; se ha quedado atrapado. Eso por cabezón: es culpa de los genes, en definitiva, de unos padres que tampoco dan señales de preocupación. Así que intento ayudarle para que no se pase el resto de su vida con una cabezacubo. Dos niñas se pelean en lo alto de una torre: un acantilado mortal. En el balancín hay tres niños a cada lado retándose a ver quien suelta las manos más tiempo mientras gritan rítmicamente uoooooooooo uuuuuooooooo. Otra canija de unos 13 meses se mete una colilla en la boca. Los restos de nicotina viajarán por su cuerpecito gritando uooooooooooooo uoooooooo.

A lo lejos, mi sobrino. El único a quien debo toda mi atención. Ha cambiado su triciclo por una sillita rosa en la que transporta su pala. Pretende subir el tobogán en dirección contraria cuando otro personaje va a tirarse de cabeza. No quiero ver el tremendo choque frontal. No me gusta la sangre ni los chichones. Le cojo en brazos, devolvemos la silla al propietario, dejamos a otros con lágrimas y mocos colgando al recuperar nuestro triciclo, volvemos a casa y me tomo cien mil tilas.

Admiro la capacidad de los acompañantes de los enanitos de conservar su tranquilidad y de encontrar los juguetes que no solo son idénticos entre sí sino que han sido sometidos a un trueque masivo, han sido enterrados bajo la arena y esparcidos por todo el parque. Un lugar lleno de peligros... ¿infundados por mí?