martes, 22 de abril de 2008

Cortes, tiritas, gatos y mala suerte

Zanahoria en mano derecha, rallador en la izquierda y ralla que te ralla hasta conseguir una montaña gigante de fideos anaranjados en el plato. Pero… ¡un momento! Creo que eso rosita que acaba de caer es un trozo de mi dedo índice que en estos momentos está llorando sangre. Solución: tiritas doble capa. La elección al comprarlas ha sido difícil. Las hay:
a) del Mickey Mouse (masculinas) y de la Minnie (femeninas)
b) transparentes
c) marrón clarito. Las más baratas y las que me he comprado. Para que no se despegaran he tenido que añadir celo.

Acabada la cura, salgo a la calle con un cargamento de botellas y tarros en vacíos en mi mano izquierda (cuyos cinco dedos están enteros). Voy a disfrutar escuchando los cristales rompiéndose en mil pedazos al chocar contra el fondo del contenedor de reciclaje. Un botellín roto de Jupilier ha atravesado la bolsa de plástico y ¡RAS! Me ha rajado la pierna: otra tirita. Soy un dibujo animado.

Suficientes ataques para un día, pienso. O no. Salgo a la calle y me cae de la nada una lata de coca cola añeja completamente descolorida y con miles de picos 100% óxido que rozan mi nariz. Parece que me he peleado con un gato rabioso. Sin duda, el gato negro de la mala suerte con el que me he debido cruzar hoy. O con el que me voy a cruzar. Efectivamente, unos segundos después me encuentro con el bicho que ha sido bañado en lejía (no soporta el agua).


Traducción:

PERDIDA. Gatita blanca con un ojo color amarillo (sol) y otro azul (cielo de día). Tiene bigotes (blanco nube) porque la muy hippie se niega a depilárselos. Se llama Martirio por lo pesá que se pone. Tiene una cicatriz recientita (como el pan) en su abdomen debido un ajuste de cuentas.

----------------foto de gata con cabeza retorcida 180º -----------------

Puede que en estos momentos mi gata esté en su jardín aplastando sus flores o en su trastero acabando con las latas de atún. Puede que usted sea tonto y no se haya dado cuenta.
Vivo en la rúe tal y cual y mi teléfono está lleno de números.
Antes de devolvérmela, llévela al veterinario así me ahorro una pasta gansa.
Cuento con su ayuda y le doy las gracias por leerse este anuncio de pe a pa”.

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