lunes, 30 de junio de 2008

Orgullo español. Claro que sí.

¡Qué noche la de ayer! ¿Qué noche? La de ayer. Yo estaba contentísima de haber conseguido una eurosilla en primera fila frente a la enorme eurotele que habían preparado en el bar para ver la final de la Eurocopa. Me recordaba a los cines antiguos esos que salen en el cine cuando todo el pueblo se arremolinaba en una sala a ver el peliculón. Me metí tan dentro del juego que casi sentía el césped bajo mis pies. Y al final lo de la silla fue absurdo porque me puse tan nerviosa que no podía quedarme sentada y castigué a mis piernas a aguantar mi peso y mis saltos de emoción.

En ese garito, a pesar de no tener un ambiente de auténtico camiseta roja pura sangre de toro, no estuvo del todo mal. Aunque muchos de los belgas presentes (la gran mayoría) parecían seres inertes, los demás hicimos todo lo posible por animar a la selección. Yo no paraba de inventarme vítores con rimas disonantes que rebotaban contra la pared y se perdían entre el humo y el silencio. Ahí, en primera fila, comiéndonos la pantalla me acordaba de cuando mis padres me decían que no era bueno ver la tele tan cerca ni durante tanto tiempo. Ahora pienso en la cantidad de horas al día que estoy frente al ordenador y siento que estoy perdiendo visión (o que la estoy ganando al absorber la luz que irradia la pantalla).

Me hicieron ver de principio a fin del partido. Nada más comenzar dije, Voy a x algo d bbr. Y ellos, No espera que van a salir al campo desfilando y eso hay que verlo. Durante el partido, No vayas al baño que lo mismo te pierdes el gol. Pero dentro había altavoces para escuchar la retrasmisión. Y ya llegados al final del partido y a la final del campeonato, yo insistí Bueno vámonos a La Bolsa a celebrarlo. Pero estás loca, ahora es la entrega de la gran copa. Eso sí que no te lo puedes perder.
Aprendida la lección, me quedé frente a la tele hasta que salieron las rayas de colores verticales que significa fin de emisión. Pero ese día las rayas fueron horizontales. Fueron dos rojas y una amarilla. Orgullo español. Claro que sí.

viernes, 27 de junio de 2008

Locos por el fútbol

Con el fútbol nos volvemos locos. Me lo contaron y ahora lo corroboro. Se trata de una locura controlada que se acaba casi a la par que el partido. Yo no pensaba ir a ver el de anoche (España tres, Rusia cerO) pero al final allí estuve dejándome la voz en un bar lleno hasta las trancas. Y mira que me da igual el fútbol, me da igual quien gane, pero claro, una vez me metí en el ambiente y tras el triunfo de nuestra selección… Olé, olé y olé. Salimos a la calle dando gritos de alegría a ver pasar coches toreando con banderas rojo amarillo rojo, gente saliendo por las ventanas sin despegar la mano del claxon y a devolver el saludo automovilístico haciendo rumbear nuestras cuerdas vocales. Fue una forma muy sana, fácil y rápida de desahogarme.
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Otro modo de hacerlo es mediante el reciclaje de botellas de vidrio. Tirarlas a los contenedores y oirlas estallar contra otros frascos y contra las paredes es tanto un placer como una necesidad. Así que para liberar energías negativas, malos rollos, tensiones internas, iré más al fútbol o al futbolín (juego compuesto por hombres de brazos amputados atravesados por una barra que les mantiene fijos de tal forma que no puedan tocar el campo para evitar que escapen corriendo), gritaré mucho, beberé más y me llevaré los botellines vacíos y vaciados por mí para hacerlos estallar en mil pedazos. ¿Terapia de choque?

jueves, 26 de junio de 2008

La niña del parche

La niña del parche tiene un ojo tapado con un parche. Supongo que no será una pirata. A veces se los ponen para fortalecer la vista del otro ojo o algo así. He aquí una escueta lección ocular: el parche se utiliza para tapar el ojo con buena visión y dejar al otro ojo (llamado perezoso) trabajando y averiguar de ese modo qué tratamiento aplicar para curar la ambliopía (déficit de agudeza visual).
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Me acuerdo que un niño ambliopio de mi clase llevaba un parche de color carne. Ese color que en los plastidecor (que sí se rompen y no se pueden borrar a no ser que acabes lijando el folio con la goma) era de tono rosado. Supuestamente era el color de nuestra piel. A las personas de diferente color las conocimos gracias a Manos Unidas. Venían a dar charlas y nos enseñaban dibujos con un corro de niños que rodeaban el mundo. A los negros les pintaban de color negro, a los chinos amalillos y a los indios morados (¿?)
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Volviendo a comparaciones diacrónicas. En la antigüedad, cursando primero de EGB, todos nos llevábamos las ceras manley que no eran nuestras a casa. En la actualidad, es el boli el material más preciado y efímero de mi oficina. Los bolis no se compran nunca jamás. Tampoco se crean ni se destruyen. Se autodestruyen cuando explotan en el interior de bolsillo dejando todo perdido de tinta. Pero si no llevan a cabo ese acto mortal de rebeldía, antes de secarse se traspasan de una mano a otra, de un bote a otro bote. Ese es su sino.
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Cuando una mano lo coge aposta debe ser cuidadosa porque los que tienen marca (Fontanería Jose e Hijos) se reconocen fácilmente y el propietario anterior (que nunca coincide con el original) lo mismo no dice nada (al fin y al cabo es solo un boli) pero quizás te haga sentir fatal diciéndote : anda devuélvemelo que es el único que pinta.
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Lo peor de todo es que una vez le coges cariño, una vez tienes sistematizado el movimiento del dedo gordo que aprieta y desaprieta el botón, y una vez te acostumbras su tamaño, su tacto y a lo bonita que queda tu letra en el papel, ocurre lo típico. Una de dos. Bien olvidas la joya en otra mesa durante más de dos minutos, bien (mal), como decía más arriba, metes la mano en el bolso y la sacas totalmente azul. Efectivamente se ha producido una explosión de tinta. No hay duelo: hay dolor.

miércoles, 25 de junio de 2008

Entretenimientos laborales

De nuevo, cosas absurdas a las que me dedico muy a menudo. Más bien, las que me hacen dedicar mi tiempo y atención. ¿Ejemplos? Hoy puedo comentar tres que bajo el sol, frente al precioso lago del parque junto al Museo de Ciencias Naturales al lado del Parlamento Europeo, aplastando las margaritas (me quiere, sí me quiere, me quiere solo un poco, me quieren, ¿me quieres?) detrás del sauce llorica y envuelta por los gritos de los niños, chillidos de niñas y aletazos de patos submarinistas, lo he escrito.
Número uno
Se trata de ese momento en que abro el fuera mirada (outlook) y me tiro la mañana (y la mañana quedó preñada) borrando spam que lleva por título: "Sé el más macho", "Déjala boquiabierta", "Ríe el último; reirás mejor", "Pezqueñines no, gracias", etc. Son mails que hay que eliminar porque en principio no tienen interés estrictamete laboral. Aunque hay quienes los archivan por si acaso. No diré nombres porque se dice la necesidad, no el necesitador.
Número dos
Sin salir del ordenador masculino o computadora femenina, hay que seguir googleando para buscar hotel para un periodista que quiere cubrir el partido de España-Rusia en Viena. Lógicamente en los hoteles está reservado hasta el ropero. Sólo quedan habitaciones en los más lujosos. Pero, pienso, total, lo paga la tele. Así que me convierto en agente de viajes y comienzo la búsqueda sin escatimar en gastos. Me emociono demasiado y voy añadiendo pijadas hasta que por fin llamo al interesado: Ya tengo alojamiento para ti. Una cama doble con forma de portería simple. Una colcha llena de balones de fútbol de gomaespuma y un Manolo el del Bombo que vendrá a tocártelo de vez en cuando.
Y tres. Ocurre últimamente cuando cojo el teléfono. Puesto que el francés ha adelantado posiciones con respecto al inglés (en cuanto a esfuerzo mental reservado para tal idioma), yo digo, bonjour. Al otro lado de la línea preguntan: ¿habla usted inglés? Y yo: oui, digo, yes. Me cuesta tremendamente arrancar pero una vez superada la conversación me despediré en franchute o daré las gracias en español por lo que a la siguiente llamada pondré voz electrónica: "Todas nuestras líneas están ocupadas" o "Soy el contestador automático. Deje su mensaje después de oir el píiiiiiiii en el idioma que le salga del... de los... de la... píiiiiiiii".

martes, 24 de junio de 2008

Bruce en Brus

Ella: Brus Esprintin me ha invitado a una cerveza.
Yo: Venga, hombre. Será un Bruce Sprinting. Un tío parecido a él, vaya.
Ella: No, no. El auténtico.

Estas cosas pasan en Bruselas. Y ahí tengo a mi amiga medio flotando incrédula y dándose golpes en la cabeza porque a pesar de recibir la invitación y después de haberle estrechado las manos diciendo You are The Boss, el jefazo, nunca se presentó a la cita. O más bien, llegó tarde. Estas cosas solo le pasan a ella.

Y a mí, ¿qué cosas me pasan a mí? No muchas. Ir por la calle zampando un plátano y gritarme un obrero que también come uno desde lo alto del andamio: ¡Eh! ¡Banana power! Y yo: ¡Viva el plátano amarillo! ¡Mueran los hombres verdes! (supongo que dije eso por todas las veces que me lo he callado).

También… ver a una mujer en la puerta de mi casa contándome que se le ha perdido su bolso. Es gris y quizás esté llorando en su jardín. Ah, ok. Gato y bolso en francés se pronuncian parecido. Y esto me recuerda un chiste que contado con salero puede ser muy resultón en una cena cuando llega el café con pastitas y licor. Siempre habrá un experto en chistes que acaparará la atención. Por eso, para intervenir, se debe tener alguno propio en la retaguardia. Dice así.

Esto es (siempre empiezan así), esto es un bonaerense que dice, Yo tengo un gato que dice, este, miau. Y un madrileño: pues egque mi coleguita tiene un perro que dice guau. Y llega Celia Cruz: Pues yo tengo un tarro que dice AAAASÚCAR.

Hay que contarlo caracterizando bien los personajes, imitando lo mejor posible cada acento y sobre todo riéndote tú el primero, ya que las series americanas nos enseñaron que para hacer reír al espectador es totalmente imprescindible poner risas y aplausos de fondo.

Me despido porque tengo un estómago que dice ¡¡¡COMIDA!!!

viernes, 20 de junio de 2008

Me molesta. Segunda parte.

Hay momentos del día a día, de la cotidianidad de la vida ésta que me ha tocado vivir (tan ricamente) que me molestan hasta un punto como para plantearse la venganza contra... no sé muy bien contra qué o quién. Pero yo metía una cabeza de caballo en la cama del culpable. Hay momentos desde los más absurdos que se curan tomando un bombón (para quitarse el mal sabor de boca) hasta los más graves que pueden incluso ser susceptibles de asistencia psicológica. Y dentro de estos segundos están las situaciones incómodas en las que me siento impotente, en las que me encuentro dentro de un grupo de personas pero fuera de su rollo, de su onda oh yeah. Fuera de su conversación en la que no puedo intervenir por mucho que haya estudiado o leído. Esas conversaciones pueden ser de tres tipos.

En primer lugar, aquellas que giran en torno a una película que no he visto. Se repiten las gracias imitando voces de actores o diciendo frases "míticas". Yo no pillo nada. No me río. No puedo participar. Me aburro y me voy.

En segundo lugar, cuando se habla de un viaje al que no pude ir y de anécdotas que nunca viví (aunque de tanto escucharlas a veces creo que sí que viajé o incluso que yo fui protagonista de la historia). Y me preguntan: ¿no te acuerdas de cuando fuimos a tal lugar que ocurrió esto y lo otro? Y ante mi ceño muy fruncido y cara de odio: ah, es verdad, que tú no viniste a aquel viaje con la calificación más alta de todos los que hemos hecho. Aquel en que recorrimos toda la costa y en el que hicimos cosas irrepetibles que te estaremos recordando toda la vida.

Por último, cuando acepto la invitación: vente a tomar algo con gente de mi trabajo. Son majísimos. Es lo peor de todo. Hablarán de personas que no conozco, de injusticias que sufren y harán chistecitos con su propia jerga. Coñitas internas. Intentaré integrarme haciendo preguntas: ¿el Guti es el de flequillo rubio entonces..? O comentarios comparativos: Pues en mi curro… Pues en mi curro nada porque llega un momento en que hacerme caso es una gran carga. Pim pam pum fuera.

jueves, 19 de junio de 2008

Molesta mucho. Primera parte.

Hay momentos del día a día, de la cotidianidad de la vida ésta que me ha tocado vivir (tan ricamente) que me molestan hasta un punto como para plantearse la venganza contra... no sé muy bien contra qué o quién. Pero yo metía una cabeza de caballo en la cama del culpable. Momentos desde los más absurdos que se curan tomando un bombón (para quitarse el mal sabor de boca) hasta los más graves que pueden incluso ser susceptibles de asistencia psicológica.

Entre los primeros podemos encontrar los engaños de anuncio, de envoltorio. Así, cuando tengo mucho hambre y veo en la tele una hamburguesa recién hecha, la quiero conmigo ya mismo. Si ese deseo se cumpliese podría comprobar in situ que la representación de la realidad no es más que eso, una aproximación a la cutre realidad. Mi hamburguesa no tiene el mismo filetón, ni esa lechuga fresca y tomate rojo pasión, ni un queso cheddar fundido que se desborda. No. Todo ha quedado bajo la apisonadora. Las rajas de tomate así como de pepinillo son tiras traslúcidas. Todo ha quedado reducido al máximo. En términos culinarios se diría que es una receta minimalista.

Lo mismo ocurre con las bolsas de patatas. En el envoltorio tienen un aspecto impresionante. Forma perfectamente ovalada, color natural con su aceite de girasol (las de oliva ya son de categoría superior) y sabor… no estoy hablando del sabor (Eso no se ve). Abro y ¡oh decepción! La bolsa está llena al 50%. Y de ese porcentaje otro 50% ha quedado hecho picadillo. Son polvo y en polvo se han convertido.

Otro triste momento y memento es el fraude del huevo kinder. Provoca rabia y consumismo. Es una chocolatina ahuevada que en su interior alberga un huevo de plástico amarillo que yo solía guardar para guardar mis cosas (mini cosas). Se anuncia como tres en uno: chocolate (con leche solidificada), sorpresa y regalo. El regalo actualmente es uno de los Simpsons, algo que hace que el consumidor actual sea toda la población (no solo los niños).
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Venden paquetitos de tres. ¡Viva! Me lo llevo. Pero regalo dos y me quedo con uno. Me toca el cochecito dividido en doscientas piezas con instrucciones para montarlo. Maldigo mi generosidad y me compro otro huevo. Quiero, mínimo, al señor Burns. O a al pequeño Ralph (le adoro). Pero tampoco. ¿Qué me sale ahora? Un avión azul y blanco feísimo. Me resigno a montarlo y se me parte la hélice. Lástima. Me compro otro kínder sorpesa. A la tercera va la vencida... O no. Tiene que ser una cuarta vez, un cuarto huevón. Cojo a Milhaus, le meto en el avión y se produce un accidente aéreo en extrañas circunstancias.

Nota de la autora: aquí un link sobre una curiosa teoría del anuncio del huevo kinder.

lunes, 16 de junio de 2008

Viene de familia

Madrid
Años 60
Mi abuela sobrepasa un semáforo en rojo en su seiscientos amarillo.

Se acerca el señor gendarme: Señorita, ha cometido usted una falta de tamaña gravedad y riesgo para cualquier transeúnte y peatón así como para aquellas personas que pretendan cruzar la calle.

Mi abuela abre bien sus ojos mientras parpadea sus largas pestañas (chunguísimo): Tiene usted razón, caballero. Pero es que no lo he visto a causa de estar fijándome en usted, en lo apuesto que es, en lo bien que le queda su sombrero y su uniforme de trabajo…

Retirada del castigo.

Bruselas
Año 8
Yo sobrepaso la línea roja del autobús sin pagar. Sin validar mi billete.

Se acerca el señor revisor. Me paralizo casi completamente: Mademoiselle, su ticket.
Yo se lo doy pero me mira inquisidor: ¿No lo ha validado?
Me hago la despistada: ¿Cua? (En francés, quoi?)
Que si no lo ha validado... Se le ha olvidado, ¿verdad?
Asiento. Me hago pequeñita. No quiero mirar a los otros ocupantes honestos, legales. No muevo las pestañas a causa de mi parálisis (casi total).
Él coge el boleto, lo mete en la máquina, bip, y me lo devuelve mientras pronuncia con tono de advertencia: regalo de la compañía.
Yo: Merci Monsieur.

Retirada del castigo.

De tal palo...

miércoles, 11 de junio de 2008

Teoría y práctica de La Copa

Me propusieron ayer ir de copas a hablar. Yo entendí ir a hablar de copas y me pareció un tema muy interesante por todo lo que puede llegar a dar de sí. Puede estirarse hasta convertirse en una auténtica obra maestra. En el temario de una asignatura troncal universitaria.

Indice
Teoría
1. La copa: definición.
2. Tipos y modelos de copas
3. Situación sociopoliticoeconómicoartísticademográficageográficalcoholica de la copa desde la Edad de Cristal hasta nuestros días (los de cada uno).
4. Psicología de la copa: el (pe) Ron de Pavlov.
5. La copa en las religiones orientales: ¿existe un auténtico Copón?
6. Literatura. Análisis morfológico y sintáctico del bestseller ¿Quién se ha llevado mi copa?
7. Métodos y técnicas de copalación.
8. Juegos populares: Cervezanova (ya de venta en España)

Práctica
A realizar entre dos o más alumnos.
Coger la copa y brindar evitando:
a)derramar el contenido
b)romper el continente
A continuación beberla y disfrutar de la Happy Hour.

Asignatura basada en una película real: Amanece Que No Es Poco

lunes, 9 de junio de 2008

China mandarina

Como tantas mañanas estoy en clase de francés. A mi lado una chica china que se pone crema con olor a mandarina. Y de repente me doy cuenta de que nunca me he parado a hablar tranquilamente con un habitante de la China a pesar de que muchos vivan en Madrid. Y entonces le digo que si puedo ver su diccionario. Y empiezo a mirar palabras sueltas. Y le pregunto cómo se dice... a ver que piense algo... Y en ese momento se pone a llover. Y después de ese momento le pido que me traduzca la frase siguiente y la escribo y hago una foto y aquí está:

jueves, 5 de junio de 2008

¿Calimocho español?

Me compré cuatro espejos en IKEA de esos que pones en la pared y al unirlos forman uno grande. El pegamento es tan potente y la pintura de la pared tan endeble que todos, excepto uno, se han caído. No sin mucha investigación, he llegado a la conclusión de que se trataba de un suicidio porque por las mañanas les daba mucha charleta; no me aguantaban más. Pero he de decir que el que ha quedado vivo ¡me sigue sonriendo!

Con la sonrisa en la cara salgo a la calle. Si se me ocurren ideas sobre qué escribir, cojo mi libreta y me paro en seco para apuntarlo sin darme cuenta de que la gente por la mañana aún está quitándose las legañas y no me puede esquivar. Y si estoy cruzando la calle hago lo mismo sin importarme que los coches se cochen contra mí. Por cierto, en Argentina a los coches de choque les llaman autitos chocadores. ¡Qué relindos!

Ya en el trabajo, me siento frente al ordenador. Me encuentro una sesión abierta y una carpeta en la que pone Fotos privadas. Obviamente la abro. Allí, un viaje a la playa de un compi del curro tan feo que cuando nació dijo el doctor: si no llora, es un tumor. Y no lloró. Es un tipo de los que llevan una colonia tan intensa, tan densa, tan pegajosa, repulsiva, vomitiva, que intento aguantar la respiración durante el resto del día. En las fotos además sale escuálido y blanco grimoso con un bañador amarillento, descolorido, subido hasta el cuello. ¡Atentado visual! Puag. Me arrepiento de haber sido tan cotilla.

Antes de despedirme tengo algo muy importante que comunicar. Quizás el calimocho no lo hayamos creado los orgullosos españoles ya que los jóvenes croatas también compran el vino más barato del mercado (lo que sería nuestro Conquistador), lo mezclan con coca cola, le echan unos hielitos y pal buche. Ellos lo llaman Bambus o Bu-bu. Y otra cosa. Cuenta la leyenda (que me acabo de inventar) que la coca cola pura se empezó a beber cuando una señora llamada Maricola la destiló del vino. Por ejemplo.

lunes, 2 de junio de 2008

¡Viva Roma!

La ONU pide 1.100 millones para contener la crisis alimentaria
La FAO reúne mañana 3 de junio a decenas de gobernantes en Roma

Después de diez días en Italia, anoche me despedí del país comiendo un espectacular y merecido helado de nocciolla y pistacho a precio de ganga en Roma. Muy cerca se encuentra Chieti, un pueblo entre el mar Adriático y los nevados Apeninos. Allí, junto a gente de Bosnia, Croacia, Serbia, Rumania, Macedonia, Belgica, Portugal, Grecia e Italia, he participado en un taller llamado Arte y multimedia: herramientas para la inclusión de jóvenes con menos oportunidades.

La cantidad de ideas y proyectos que han salido de nuestras cabezas hacia todas direcciones (estrellándose y mezclándose entre ellas) han dado un giro a mi vida de 540°C. Ideas y proyectos que de generalizarse acabarían con crisis mundiales. En este caso la alimentaria. Así, para lo único que tendrían que ir a la capital Italiana nuestros Jefes de Estado sería para elegir el sabor del helado.