viernes, 19 de diciembre de 2008

VIVA ESTRASBURGO!

Dicen que Estrasburgo es muy bonito. He estado tres días y no he podido comprobarlo porque lo poco que he visto ha sido a través del cristal de las ventanas del Parlamento que parece una Torre de Babel. La visita queda aplazada porque esta vez el motivo del viaje era laboral. De él me guardo alguna metedura de pata para evitar repetirla y rememoro dos situaciones que nada tienen que ver con la tele y mucho con la oratoria.

1. Momento MacAuto. El martes por la noche salimos tarde y cansados de trabajar. Eramos ocho que no cabíamos en los coches así que hubo que coger dos taxis para ir al hotel. Yo me meto en el segundo. Chófer, siga usted al vehículo negro que nos precede con sospechosa matrícula francesa. No haga preguntas y pare en... el MacAuto. Eso hizo. Cuando llegamos, muertos de risa, el hombre, de forma espontánea, se puso a recitar todos los menús en voz alta. Nosotros, salivando por nuestro apetito feroz, atroz y voraz, le tuvimos que llamar la atención cuando a continuación pasó a leer los slogan de publicidad... Muchas gracias, señor conductor, pero apriete el acelerador que ya nos toca y hay hambre.

2. Momento chucu chucu chu piiiii piiiiii. Al día siguiente volví en tren a Bruselas. Nos dió tiempo a tomar un vino caliente que mi compi de viaje derramó en su abrigo blanco, haciendo honor a su apellido, y parecía que veníamos de un botellón. Y después, a soportar un viaje que, si bien en coche no llega a cuatro horas y media, en tren fueron seis. Seis horas parando en todos los pueblos (pasamos por Francia, Alemania, Luxemburgo y Bélgica).

Llegó el revisor y, por el agotamiento o el vino, en lugar del billete, le dimos unas fotocopias de la programación de noticias...

A 30 kilómetros del destino, en la ciudad de Namur, se oye el megáfono. Una voz joven dice que íbamos a estar detenidos (sin esposas ni nada de eso) media hora por un problema de señalización. Esa voz aprovechó la gran parada para recrearse en su propia musicalidad nombrando las estaciones que había en Bruselas: Esta, aquella y esta otra, sin olvidar, por supuesto... , ni dejar de citar a.., para llegar a la última... en la que todos se tendrán que bajar y despedirse de este agradable trayecto en nuetros trenes Thalys. Esperamos que repitan, muchas gracias y hasta pronto.

Hasta nunca. Lo repitió alguna vez más en los minutos siguientes... En fin, a pesar del viaje algo pesado, me quedo con el buen sabor de las lágrimas de risa con coca cola light y zumo de naranja.

martes, 16 de diciembre de 2008

La Petit Café

Coucou! Un petit café avec Madamoiselle Elena?

He mandado este mensaje al móvil de un amigo desde un programa que han instalado en el curro para hablar gratis por el ordenador. Por error ha llegado a todos los teléfonos fijos de mi empresa (100 personas).

Horas más tarde he recibido un email con forward a toooodo el mundo diciendo: Hola, no es que Elena nos haya invitado a todos a un café sino que seguramente estaba haciendo pruebas con el teléfono... Aunque, el café, evidentemente, puede tomárselo quien quiera con ella.

Ya hay coñita: Hola Elena, ¿un petit café?

sábado, 13 de diciembre de 2008

Noche de secuestros

Una de las ventajas de tener que coger el autobús es que limita mis acciones y eso me permite leer. El jueves por la noche, son las mil y gallo cuando, por fin, vuelvo a casa. Somos únicamente cuatro personas y el conductor. Se sube un hombre de unos 73 años. Viene hacia mí: Me permite?
Yo: Por supuesto.
Sigo leyendo. Me mira de reojo y comenta: Leyendo, eh?
Ji,ji. Levanto las cejas y sonrío. Sí, eso parece. Cinco segundos de silencio. Y, previsiblemente, pregunta: Y qué es lo que lee?
Pues, mire, un libro sobre secuestros en Colombia.
Ya… Diez segundos callado ¡¡y estalla!! Pobres colombianos... Lo que sufren... En el mundo un 80% de personas sufre.
Yo, echando leña al fuego: Yo creo que el 100%. Todos sufrimos algo en nuestra vida.
Y sigue: y el hambre en el mundo... muchos niños mueren. Muchos…

Me tenía que bajar. Dejé solo al caballero con sombrero desgastado y gabardina algo oxidada. Habría dejado que me secuestrara un rato más en su discurso. Me apetece acabar la conversacion. Seguro que le reeencontraré otra vez en esta ciudad/pueblo interrumpiendo uno de mis mordiscos: Veo que estás comiendo…. ¿Dónde te has comprado tu sandwich? ¡Qué mal está el trabajo!

martes, 9 de diciembre de 2008

La putualidad

La cantidad de minutos que uno puede retrasarse depende de muchas cosas pero principalmente, del número de personas que vayan a encontrarse. No es lo mismo hacer esperar a una persona que a tres.

Acabo de hacer un pedazo de esquema pero se me ha borrado. Hablaba de que los MINUTOS DE ESPERA máximos tolerados sin avisar dependen de los siguientes factores:
>PERSONAS QUE HACEN ESPERAR.
>PERSONAS QUE ESPERAN.
>TEMPERATURA AMBIENTE & DISTRACCIONES DISPONIBLES.

Todo esto (y poco más) me ocupaba esta mañana cuando el reloj pasaba de las 9 y el cachondo del alemán no llegaba. ¡¡Qué putualidad madrugar para nada!!

lunes, 8 de diciembre de 2008

El espíritu de Rudolf

Hoy ha venido el árbol de navidad. Un chico ha traído un árbol y dos cajas. Ha colocado el pino enfrente de mi mesa; lo ha podado que ni Eduardo Manostijeras le supera en velocidad; ha abierto las cajas; ha empezado a colgar bolas, estrellas, figuritas varias, luces, etc.; ha recogido las ramitas sobrantes del suelo, las ha metido en la caja, ha llamado al ascensor que en ocasiones no tiene luz y en ocasiones se para... (al pobre artista le han coincidido las dos) y nos ha dejado su preciosa obra maestra.

He llegado yo detrás. He cogido alguno de los adornos y los he repartido a diestro y siniestro para hacer amigos, no sin antes guardarme la nariz roja de Rudolf, el reno.

A continuación, me he enterado de que han despedido (ciao, ciao) a tres periodistas del curro. Inmediatamente después he vuelto a colocar los regalos en el árbol al que pertenecían: no quiero dar ningún motivo de fin de contrato.

De vuelta a casa, en el autobús se ha sentado conmigo mi compañero de almuerzo. Hemos tenido una conversación tan animada que me he pasado mi parada. Peor aún, el autobús que he cogido no tenía absolutamente nada que ver con el mío. Me he dado cuenta cuando se ha metido por un bosque tenebroso y la ciudad no era más que una bombilla lejana. Antes de bajarme para cogerlo en sentido contrario, no me he dignando a admitir mi error. ¿Vives por aquí? Yo: bueno, ejem, más o menos. Menos...

Mañana he quedado con un tipo alemán a las 9 de la mañana para que me enseñe un programa de archivos de imágenes. Eso quiere decir que a las nueve menos cuarto tengo que estar delante del ordenador lista para escuchar, memorizar, procesar y retener información y, sobre todo, preparada para no bostezar ni una sola vez. A las ocho treinta tendré que estar entrando en la oficina. A las ocho en puntísimo subiéndome al bule. A las 7 masticando la última galleta del desayuno. A las... AAAAAAAAAHHHH. ¡Qué agobio! ¡Me voy a la cama!

domingo, 7 de diciembre de 2008

Luciendo vestido rojo

Resulta que conozco a un pez gordo belga (primo del calamar gigante) que tiene una empresa de organización de eventos y fiestas VIP. Me regaló dos entradas valoradas en 100 euros cada una para un show ecuestre muy peculiar. Un espectáculo de caballos que actúan junto a la orquesta de Bruselas y el coro de la Unión Europea, nada menos.

Me puse mi espectacular vestido rojo nuevo, botas altas de tacón alto, moño con rizos y pendientes largos de espiral. La ocasión lo merecia.

Empieza la velada y salen los caballos impresionantes con sus jinetes, quienes nunca más podrán poner sus rodillas juntas porque se les han quedado deformadas de tanto cabalgar (ay el vicio!). Una voz va presentando a los protagonistas de la noche y explicando lo que saben hacer mientras ellos lo demuestran contoneándose. De repente el cañón de luz apunta a una mujer mini. Es una cantante de ópera, una tal Julia Migenes (la Juli) que dirige su chorro de voz hacia los animales mientras baila sobre una silla blanca de jardín en el centro de la pista. Los caballos la miran flipando aún más que yo.

Se acaba después de dos horas bastante pesadas. Pero ahora viene la recompensa: el cocktail. Así que nos ponemos directamente en la fila para entrar en la carpa.

~ Sus entradas para la fiesta de honor, por favor.

~ Pues… de esas no tenemos. A mi amigo se la ha debido "olvidar" incluirlas en el sobre.

Peor para ellos. La crème de la crème no disfrutó de nuestra presencia y mi vestido de Kim Basinger triunfó mucho más en un bar al lado de casa. Y sin olor a cuadra.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Con Dalai Lama

¡Hola! ¡¡Uot a dei!!
Hoy ha sido uno de los días más silenciosos que he tenido en mucho tiempo porque he estado concentradísima en mi nuevo trabajo de asistente de producción de la televisión del Parlamento Europeo. He estado pendiente de hacer todo bien. Y ¿qué es todo? Todo incluye una pasada de cosas que no sé hasta qué punto es normal. A ver, como dijo Jack el Destripador, vamos por partes.

En primer lugar, la tele en la que acabo de entrar a currar consiste en una serie de programas que reflejan la actualidad del Parlamento y de temas relacionados con la Unión Europea. Por ello hay que estar ahí donde los parlamentarios parlamenten.

Hoy tocaba el Parlamento de Bruselas, a un paseín desde mi casa. Para empezar la mañana, hemos tenido dos grabaciones en el plató (dos debates) que está en el piso -1, donde el parking (si algo sale mal, uno puede coger un coche y huir). Me he vuelvo loca mirando al realizador, al regidor, al apuntador, a la de la coleta rubia, hablando todos hablando a la vez y a mí (¡inesperadamente!), y empieza la cuenta atrás y, señorita periodista, ya puedes empezar, pim pam pum, ya hemos acabado. A otra cosa.

Para seguir la mañana, organizar otras cuantas entrevistas para lo cual he estado a la caza de diputados, supervisar la producción de reportajes, recorrer todas las tiendas de la ciudad para alquilar un objetivo de tal tipo y tal dimension, etc. Además, buscar a los invitados en el laberíntico edificio del Parlamento. Mi lamentable sentido de la orientación hoy no ha hecho acto de presencia. De tantas cosas que he hecho me habría puesto a llorar si encima me pierdo. Y los ratos que estaba sentada en mi mesa, mi jefa llamándome desde la oficina central cada cinco minutos: Te dejo trabajar a ti solita, ¿eh? Venga, ya cuelgo el teléfono. Ánimo. Te dejo tranquila. ¡MENTIRA! Al momento... Rriiiiiiiinggg.

Es todo bastante confuso. Es muchísimo curro. No ha habido segundo que no haya recibido un estímulo nuevo concentrado de información. Entonces he pensado, ¿soy nueva y me parece que es mucha tela pero ya aprenderé? O ¿realmente es mucho trabajo para una persona? Y digo esto porque he llegado a un puesto donde antes había dos chicos. ¡¡2 X 1!! ¿Soy superwoman? ¿Las mujeres somos bicéfalas? Y otra cosa más, mi jefa se va en… 15 días. ¿Están probando lo que aguanto? Curro 10 horas al día y hoy, pendiente de comerme en sentido figurado todo lo que se cuece en el Parlamento, no tenido tiempo para comerme literalmente un plato de macarrones con tomate…


Es como si estuviera estudiando tres carreras con sus prácticas correspondientes a la vez: Audiovisuales, Políticas y Traducción e Interpretación. Porque, esa es otra, no solo tengo que conocer los tecnicismos de una tele, que van desde los cargos de cada uno, pasando por nombres de tarjetas de memoria, cámaras, luces o sistemas de envios, sino además aprender su jerga y hacerlo en francés y en inglés.

He tenido que contactar con los asistentes de los diputados. A las 7 de la tarde, después de un día non stop, he hablado con uno de ellos y he hecho traducciones del francés al inglés y viceversa que no había por donde cogerlas. Le he dicho: mire, lo siento pero estoy agotada. Disculpe, haga como si esta extraña conversación no la hubiéramos tenido nunca y le llamo mañana.

Al final de la jornada, he bajado por unas escaleras de caracol a por unas pilas para un micrófono (y otras para mi) y de repente veo a Dalai Lama. Pero estoy muy cansada para hablar hoy. Así que le he dicho: Oye, también a ti te llamo mañana. Vale, me dice Dalai, pero no te olvides y lama...