sábado, 13 de diciembre de 2008

Noche de secuestros

Una de las ventajas de tener que coger el autobús es que limita mis acciones y eso me permite leer. El jueves por la noche, son las mil y gallo cuando, por fin, vuelvo a casa. Somos únicamente cuatro personas y el conductor. Se sube un hombre de unos 73 años. Viene hacia mí: Me permite?
Yo: Por supuesto.
Sigo leyendo. Me mira de reojo y comenta: Leyendo, eh?
Ji,ji. Levanto las cejas y sonrío. Sí, eso parece. Cinco segundos de silencio. Y, previsiblemente, pregunta: Y qué es lo que lee?
Pues, mire, un libro sobre secuestros en Colombia.
Ya… Diez segundos callado ¡¡y estalla!! Pobres colombianos... Lo que sufren... En el mundo un 80% de personas sufre.
Yo, echando leña al fuego: Yo creo que el 100%. Todos sufrimos algo en nuestra vida.
Y sigue: y el hambre en el mundo... muchos niños mueren. Muchos…

Me tenía que bajar. Dejé solo al caballero con sombrero desgastado y gabardina algo oxidada. Habría dejado que me secuestrara un rato más en su discurso. Me apetece acabar la conversacion. Seguro que le reeencontraré otra vez en esta ciudad/pueblo interrumpiendo uno de mis mordiscos: Veo que estás comiendo…. ¿Dónde te has comprado tu sandwich? ¡Qué mal está el trabajo!

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