jueves, 31 de enero de 2008

Cómo bailar la conga en la cola del paro

Yo, convertida en productora de una empresa belga con nombre de cuento de Lewis Carroll localizada detrás de todos esos edificios europeos en los que se debate o se hace que se debate, se decide o se hace un intento de, se acuerda y desacuerda, en definitiva sobre los que, si fuéramos diseñadores de cómic, tendríamos que abrir un enorme bocadillo con un montón de bla-bla-bla (en muchos idiomas) dentro.

Mis responsabilidades por ahora consisten en… mirar. El más leve error por mi parte podría suponer el cierre de una de las cadenas de televisión namber güan españolas y con ello el despido de miles de sus empleados que irían directos a la calle y harían colas en las oficinas de empleo tan largas que llegarían hasta aquí bailando la conga y al verles me mordería las uñas de envidia porque como no estoy desempleada pues no podría unirme a la danza del parado. Sin embargo, por mucho que abra los ojos para que eso no ocurra, para aprender de los verdaderos profesionales, lo que veo no siempre es el mejor ejemplo.

Ayer mismo, una grabación en directo para Zaragoza a las 9 de la noche con un frío de cojones, dijo la reportera. Hay problemas de sonido. Al enviar los vídeos a España llegan las imágenes con personas que mueven las bocas totalmente mudas. Van a dar el paso a la periodista, bastante déspota por otro lado, que está frente a nuestras cámaras. Justo antes se le cae la batería del pinganillo a los pies y se hace polvo. Dice muchos tacos de los fuertes. Siente dolor, angustia, congelación… ¡conectamos con Bruselas! La treintañera se convierte en una mujer sosegada con una gran sonrisa y una perfecta pronunciación frente a la cámara, frente a los teleespectadores. Se acaban sus 3 minutos de no esplendor. Más tacos: había escrito dos hojas y solo le han dejado contar una. Bueno, no siempre se puede conseguir lo que se quiere. Todos sufrimos contrariedades y a veces incluso todo parece volverse en nuestra contra.

Sin ir más lejos (100 kilómetros), el otro día fui a Brujas. Como no me dio tiempo a ir al baño en casa, al llegar allí tenía unas ganas increíbles de hacer pis. ¿Y qué pasó? Pues que era domingo y había muchos sitios cerrados. Y mientras nos acercábamos al lugar turístico mi acompañante eligió ir junto a los preciosos canales donde el agua fluía haciendo un ruidito que puede ser tranquilizante en unas ocasiones pero infernal cuando estás en las condiciones en la que yo estaba. Pero es que seguimos andando y pasamos al lado de un meadero de señores (una zona de cemento resguardadita para que lo hagan a gusto) donde había un usuario. ¡Quién fuera hombre! Yo ya iba caminando con las piernas totalmente cruzadas para impedir cualquier escape involuntario. Pronto llegaríamos a un barecillo, me dice. Falsas promesas. No fue pronto porque antes tuvimos que aguantar un chaparrón. Yo miré al cielo y dije muy alto ¡Venga hombre! Y paró de llover.

Esta mañana me he acordado de la periodista. Había dos grados muy debajo del cero en la calle así que he decidido coger el tranvía. He esperado durante 10 minutos y luego no he estado en él más que uno porque he visto que a la siguiente parada se subía una tropa de revisores (señores con abrigo azul + cuello rojo = enemigos) y yo, que me había colado, en mi ilegalidad me he bajado disimuladamente ante la mirada extrañada de algún viajero. Así que he tenido que ir andando, a la intemperie. Me tendría que haber puesto las bragas de lana como me recomendaron el otro día pero, a diferencia de la zaragozana, aunque yo también estaba helada no he dicho nada que mereciera lavarme la boca con jabón.

domingo, 27 de enero de 2008

Tacatá

¡Ocho y media! Otra vez tarde a francés. Me cachis. Una día más dejaré claro, como representante española, que eso de la puntualidad es para los alemanes. Junto al resto de alumnos formamos una especie de Naciones Unidas en miniatura. Hay dos marroquíes, una escocesa (a cuadros), tres tuercas, una macedonia (de frutas), una tailandesa, un mongol (muy listo), una iraní, dos ragazzas italianas, una sueca, dos polacos (en polainas), dos muñecas rusas y ya. Como la fama ya está echada, he ralentizado mi paso frenético mañanero porque al final siempre llego asfixiada al aula y después del abrigo y el jersey no debo quitarme más ropa. Así las cosas, he pasado por delante del coche de la foto y me he parado para hacer ¡clic! He pensado que si la gente por las mañanas tiene tiempo para idear originales eslóganes, diseñar carteles, imprimirlos, recorrer calles buscando Land Rovers contaminantes, pegar folios en sus ventanas y fugarse corriendo… yo puedo dedicar un minuto a mirarlo con mi objetivo.

Después del examen (¡que olvidé que tenía!) seguía acelerada: ¿un café? No, gracias, no me da tiempo; comprar pegamento, recados por el centro, ir al banco, hacer fotocopias, pagar mis clases de flamenco y hacerme voluntaria de la asociación donde doy esas clases, www.muziekpublique.be. Cuatro horas más tarde ya les estaba enviando mi primer artículo para su web y currando por la noche como staff en unos conciertos de tres franchutes. Uno de ellos era Asterix el Galo en persona. Rubio, con una trenza hasta los tobillos y una petaca con poción mágica. Otro de los músicos ¡Por Tutatis y por Belenos! ¡Qué hombre! Era un dios del Olimpo y yo, le he dicho, desde ahora soy tu Elena de Troya.

Dentro de dos fines de semana habrá baile flamenco. En su momento ya había pensado comprar entradas pero después de ver el precio me convencí de que no quería ir. Ahora, afortunadamente, no me queda otra. Me han encomendado estar al tanto de lo que necesiten los artistas. Pienso ir vestida con flor, falda y zapato gitano, ¡olé con olé! Bruselas también tiene un color especial.

jueves, 24 de enero de 2008

Yoagoyoga

Enredos, de MB. También lo llaman Twister. No es un juego ni para mayores de 6 años ni para menores de 99. Es para gente flexible y que no haga trampas. Lo mismo que el yoga. Vente a probar, me dice una amiga esta mañana.

En el yoga no hay ruleta ni azar que decida el destino de tus pies y manos. Hay una monitora que manda. Sus deseos son órdenes. Mano derecha al suelo. Pierna izquierda estirada hacia atrás. Pie derecho a la rodilla izquierda. Mano izquierda en forma de triángulo sobre vuestras cabezas. Y ahora igual pero al revés. La sesión ha seguido con más enredos y alguna que otra trampa por mi parte para descansar y poder seguir los diabólicos ejercicios. Estiramiento de abdomen, equilibrios sobre el dedo meñique del pie, giros de cabeza, y un largo etcétera que de solo recordarlo me canso. Mi cuerpo temblaba tanto que he tenido que aprovechar que la profe parpadease despacito, cerrase los ojos o se diera la vuelta para relajar mis minúsculos (no son más que eso).

La siguiente postura, sentada con las piernas abiertas, las rodillas un poco flexionadas, las plantas de los pies apoyadas en el suelo... Parecía gimnasia de preparación al parto. Solo le faltaba decir, Y ahora APRETAD, CHICAS. Yo he mirado a mi alrededor y había alguna señora que podía estar embarazada incluso de trillizos.

Por fin, la luz ha perdido intensidad. Ha llegado la hora del relax. Nos tumbamos con los ojos cerrados. Inspirad sssss. Escuchad los latidos de vuestro corazón. Pensad que estáis en un lugar muy muy tranquilo. Yo he pensado en la playa pero ni relajada ni leches. En la sala de al lado estaban con kick boxing: CHUNDA CHUNDA CHUNDA. Patada al aire. Grito. ¡AHHH! Puño patada. Nosotras: Inspirad. Playa, olas, brisa, tranquilidad... ¡¡¡GRITO PATADA CHUNDA CHUNDA PUÑO AHHHH!!!

Entre la falta de concentración y el hambre que tenía, me he imaginado sí, que estaba en la playa, pero también que la arena se me metía en los ojos cada vez que alguien levantaba su toalla, que una pareja jugaba a las palas y tiraba la pelota encima de mí continuamente, niños gritando y dos hombres diciendo, Hay cerveza, coca cola, agua y patatas fritas. Mmmm. Así que al acabar la clase he salido corriendo al bar de enfrente a comprarme unas rufles barbacoa. Allí me he encontrado con alguna de las alumnas disfrutando de las suyas. Entonces me he dado cuenta de que los supuestos bebés que tenían en su vientre estaban hechos del mismo material que el mío. De patatas fritas.

martes, 22 de enero de 2008

Luna Lna

Luna llena a las seis de la tarde.

Vivo detrás (no debajo) del puente y debajo (no encima) de la Luna.

lunes, 21 de enero de 2008

Y dijo Dios, ¡fúndase la luz!

Me acuerdo perfectamente del día en que aprendí el significado de ser oportuno. Fue un 31 de diciembre. El día siguiente mis tíos llevaban a sus hijos al Parque de Atracciones de Madrid. Y yo me iba a tener que conformar con ir al Tiovivo del Parque de Segovia. Psé. Hombre, tampoco pasaba nada. Solo que lo mío consistiría en dar vueltas subida en un elefante persa con canciones de Xuxa y de los Pitufos Maquineros de fondo y saludar a mis padres cada vez que pasara por delante de ellos. Hola. Adiós. Esto es el novamás. Hola otra vez. ¡Qué casualidad, otra vez mis paps! Adiós…

Los Afortunados no. Ellos estarían muertos de risa, gritando en lo alto de la Montaña Rusa de Agua antes de caer a una velocidad de 500 kilómetros por hora, les comprarían algodón de azúcar de color rosa fucsia, darían giros eufóricos en el Looping, se les revolvería el estómago en el Top Spin , devolverían el algodón de azúcar nada más poner los pies en la tierra y me contarían (aunque fuera mentira gorda) que habían entrado en la abominable Casa del Terror.

Antes de que todo eso sucediera, aquella Nochevieja dije, Pablo, voy a preguntar a tu madre si puedo ir a Madrid con vosotros. Él sentenció, Ahora no es el momento oportuno. Ser oportuno venía a ser esperar a que los mayores vaciaran las botellas de Rioja. A partir de entonces, vía libre. Pregunta lo que quieras y celebra la respuesta con confeti y serpentinas.

Todo esto de la oportunidad viene por algo que he visto hoy. En las ediciones digitales de varios periódicos, junto a la noticia del corte de suministro eléctrico en la franja de Gaza, aparece un link: http://www.pongo.co.il/funnyisraelitshirts1.asp. Se trata de una tienda de camisetas con diseños como el que aparece al principio de este texto. El mensaje en hebreo quiere decir, Y dijo Dios... ¡hágase la luz! Vaya, que unos primero funden las bombillas de sus vecinos para desvelarles ahora la fórmula de la luz. Des-velarles al fin y al cabo.

domingo, 20 de enero de 2008

¡Chín chín!

Cuatro grados sobre cero en Bruxelles. Noche clara. Cielo tan limpio que permite ver las estrellas. Un domingo como hoy, hace ya tres meses, aterrizaba en Bélgica. Para celebrarlo he subido al Polo Norte. Allí he intentado hablar con un esquimal pero la conversación ha sido imposible de llevar a cabo porque nuestras palabras se helaban mucho antes de llegar a su destino. Para soportar tal frío glacial, hemos construido un iglú con ladrillos de hielo. Con los bloques que han sobrado hemos enfriado el champán y ¡chín chín!, hemos brindado para celebrar mi nueva vida, aquí, en Avenue Nouvelle número 20. Las burbujas me han hecho cosquillas al bajar por la garganta. Las burbrujas (las meigas), mientras tanto, nos observaban escondidas tras la maleza (típica maleza que nace del hielo...) Se han acercado a nosotros y, como remedio a la congelación, me han propuesto dejar la copa y probar su queimada: Mouchos, coruxas, sapos e bruxas. Demos, trasnos e dianhos, espritos das nevoadas veigas. El conxuro es estremecedor. Soy algo miedosa pero aún más orgullosa. Tengo que ser fuerte; aprieto mis labios y mis puños. Sigo escuchando: E cando este brebaxe baixe polas nosas gorxas, quedaremos libres dos males da nosa ialma e de todo embruxamento. Así sea.

sábado, 19 de enero de 2008

Top secret...

Ayer me terminé un libro de Auster que tenía a medias y me fui a la biblioteca de la universidad a por otro. Me llamó la atención uno llamado Montrer la guerre? Sobre la fotografía en conflictos bélicos. Me quedé un rato leyendo pero quise llevármelo a casa. Al pasarlo por la máquina de préstamo automático, piiiiii. Error. Había olvidado mi número secreto. Jiji. Me encanta. Cada vez que me piden un pin (palabra que no había oído hasta tener mi primer móvil), un código o contraseña miro a mi alrededor para que no haya espías ojo avizor. Después cojo mi llave mágica y entro en mi memoria. Me dirijo al departamento donde pone Private (aware of the neurons) y saco la carpeta de top secret. La más tentadora para los cacos. En ella guardo muchas cosas. Secretos que son o que lo han sido (que fueron desvelados por ceder a irresistibles persuasiones). Pero no encontraba mi clave de la biblioteca. Así que me fui al mostrador y le dije al mostrador (al chico): muéstrame s´il vous plaît la forma de sacar este sangriento libro (tendríais que ver la portada). Y el chavalín me dio la pista pero además me dijo que me debían pelas los de la biblioteca (pagué una cuota y me descontaban por ser estudiante). Yo le digo que creía que me lo habían devuelto ya, entonces él me responde que si es así, que mira qué bien, que me vaya todas las tardes a cobrarlo y con el dinero que le invite a una cerveza un día, a una cena otro día y si que si sigo cobrando esos 12 euros pendientes durante mucho tiempo, que le invite a dar una vuelta alrededor del mundo con Willy Fog. A mí lo de irme de viaje en globo con un bibliotecario y un león no es que me haga mucha ilusión la verdad. Así que decido coger mi libro y decir adiós. Aunque antes de salir por la puerta, otra vez. Pipipi. Era el detector de libros robados. ¡Soy ladrona de cultura! Grité. Después de desactivar correctamente la alarma, por fin, libre como un gorrión, salí al aire libre. Pero ni yo era un pajarito ni lo que había fuera era aire sino un vendaval que casi acaba con una persona estampándola contra un muro.

De camino a casa pasé por encima de un puente con vistas super chulas que atravieso todos los días. Desde hace ya cinco veo un gato muerto. Los coches aparcan, desaparcan, le tapan, le pisan y le requeteatropellan. Y el pobre bicho sigue allí. Digo yo, ¿es que no hay barrenderos en esta ciudad, en pleno corazón de Occidente? Quizás el gato no esté tan muerto y por algún motivo esté fingiendo. De todos modos es un puente bastante extraño. Un día ví un hombre extraño que se acercaba hacia mí de forma extraña, haciendo eses y hablando consigo mismo en voz alta. Nos cruzamos justo en el punto céntrico del puente donde había un charquito no muy grande pero lo suficiente para que cuando al loco diera un salto encima me llenase de barro y de mierda. Me pilló tan de sorpresa que no dije nada. Me quedé bloqueada. Me entró risa al verme víctima de tal ridícula situación. No habría dicho nada de todos modos, ¿para qué? A partir de ahora tomo precauciones; soy yo la que atravieso saltando y corriendo los 50 metros de longitud... no vaya a ser que el gato esté vivo y me de un zarpazo con sus garras.

Y antes de poner punto y final, lo más importante, mi búsqueda de empleo. Lo de tomar cafés con periodistas ya forma parte de mi horario semanal. El de hoy se trataba de un reportero dicharachero corresponsal de TV Castilla la Mancha que respondió a mi email diciendo: Elena, lo ideal es que te hagas con un directorio de la Comisión donde están todos los contactos relacionados con los medios de comunicación. Yo no lo tengo pero si quieres te puedo acompañar un día a la Comisión y ayudarte. Saludos, Javier. Llámame si lo deseas a este número (privado). Un encanto, ¿verdad? Total, que acabo de venir de la productora donde trabaja. Me ha pasado una serie de valiosos teléfonos y mañana me va a llevar a la Comisión Europea donde todas las mañanas se reúnen los periodistas a absorber información. Habrá gente de todo el mundo: negros, blancos, amarillos, verdes (¿?), etc. Allí veré las caras de todos los que me han dicho suerte con tu búsqueda, gracias por tu confianza, gracias por tu CV, gracias por tu correo, tal y tal. Espero que todo esto no sea más que un montaje. Mañana llegaré al enorme salón de actos y me recibirán todos con un aplauso. ¡¡Inocente!! Y me darán un trabajo en el que seré feliz y no comeré ninguna perdiz sino que ahorraré para pagarme un pedazo de viaje alrededor del mundo (en avión).