miércoles, 26 de noviembre de 2008

La Gran Nevada

Después de los copazos del sábado propongo a un amigo disfrutar de los copones de nieve del domingo. "Vamos a salir a jugar un rato. Nunca se sabe cuando será la proxima vez que toquemos la nieve. Además, siempre hay chavales dispuestos a entrar en batalla".

Nada mas pisar la acera, mi compatriota abre fuego. Su primera bola hace diana en mi espalda: "¡Cachondoooo! ¡No vale hacerlas tan compactas! "
Medio minuto después mis guantes ya están chorreando. En ese momento de flaqueza y de dedos tirititititiando, noto otros dos tiros limpios en mi cabezota. Pero... esto no es nieve... SON NARANJAS. Veo que hay un grupo de 10 chicos adolescentes marroquies fuertes y locos que vienen a por nosotros. "Corre como nunca has corrido que esta gente va a saco Paco". No tienen piedad ni por las mujeres ni por los niños (y eso que yo me siento un poco entre los dos casos anteriores.)

Medio patinando por el hielo bajamos a una plaza a salvo donde un artista se dedica a hacer su Madonna de las Nieves. Por detrás seguimos oyendo bombardeos... Yo, representante de la Peninsula Ibérica, grito: "Esperad que pronto llegará la Reconquista.".

Pero cuando volví a casa evité pasar por esa calle. Cada cosa a su tiempo.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Pocos sentimientos son tan dolorosos como la
HuMILLaCIóN.

sábado, 22 de noviembre de 2008

¡Larga vida a Charleroi! (II Parte)

Subo por la calle de la Montaña, eje comercial de la ciudad belga de Charleroi, abanicada por bragas y calzoncillos gigantes que promocionan cierta dieta milagrosa y promueven tallas más pequeñas.

Esquivo a un aburrido coche de policía que por el simple hecho de poder atravesar la zona peatonal, lo hace. Llego a la cima de la montaña donde me recompensan con una chocolatina. Bueno, no es tan sencillo. La cosa ocurre del siguiente modo.

Cuando llego allí arriba, me encuentro clavándose en mis ojos los de un chico con una carpeta y un bolígrafo. Ya está. Me va a someter a una hora de speech (después de mentirme y promoterme que será solo un minuto) para hacerme socia de tal asociación y yo voy a tener que desviar mi mirada moviéndome disimuladamente hacia un lateral. Pero esta vez tengo todo el tiempo del mundo y voy directa a él. Se trata de un estudio de mercado de chocolates de la marca Côte d´Or.

Entramos en una cafetería próxima. Le aviso: “Voy al toilette”. Sí tiene papel higiénico, sí, pero es uno de esos rollos gigantes que le sirven a los boxer de la foto. De esos enormes que por mucho que los des vueltas no consigues coger el extremo porque encima son (como los vuelos) de bajo coste y solo tienen una capa. Al final hago un agujero atravesando el rollo con el dedo y en ese momento se apaga la luz ya que sus bombillas, también ahorradoras, son de apagado automático.

Después de la aventura y la cara de preocupación del chico, comienza la encuesta. Durante la batería de preguntas miento un poco para (aprovechando para aprender francés) pronunciar todas las respuestas posibles: de acuerdo, ni de acuerdo ni en desacuerdo, totalmente de acuerdo, etc.
Para terminar, la parte práctica. Pruebo recetas rompedoras cuyo envase describe como: chocolate negro ligero con trocitos de cacahuete cristalizado y besos de fruta de la pasión caramelizada. Como agradecimiento me regala una tableta de Mousse Intense Noir y yo encantada me despido: “¡No dudes en llamarme para la próxima cata!”. Las palabras se las llevó el viento.

¡Larga vida a Charleroi! (I Parte)

¡Viva el rey! ¿Qué rey? Carlos II. Un rey que regaló su nombre (con lazo rojo y papel dorado) a una ciudad: Charleroi, conocida por su aeropuerto de vuelos de bajo coste (en el que acabo de dejar a una visita pequeñita y fugaz con un largo suspiro y un ¿ya os váis?).


Total, que me voy de paseo y me encuentro con una galería preciosa donde hay una librería de segunda mano: Librería Fafouille (“Especializada en comics; compra-venta”). El librero tiene el pelo blanco y lleva gafas pequeñas para ver de cerca. Viste pantalones de pana marrones y tirantes de cuero muy gastado. Una chaqueta con un bolsillo con mancha de tinta negra de la pluma con la que ahora escribe. No sé si estará plagiando un poema sin darse cuenta (eso le pasa a los que leen mucho) o rompiéndose la cabeza para ver cómo clasificar un ejemplar de “Un cachorro en apuros III”. ¿Infantil? ¿Naturaleza? ¿Colecciones? ¿Humor? ¿¿Drama??


Ahí le dejo con su problema y me pierdo entre estanterías donde huele a antiguo y a viejo. Curioseo hasta encontrarme con una bici de esas con una rueda descomunal que me alumbra y me deslumbra con su foco fundido.

Una vez fuera, sigo caminando y me topo con un impresionante edificio y otra librería. Mucho edificio para tratarse de una tienda. Pregunto a un dependiente a quien le gusta contar muchas cosas que sabe y que pocas personas quieren conocer. Después de contarme la biografía de dicho lugar me dice: “Acompáñame por aquí”. Y subimos por un ascensor a la tercera planta. Entramos en una sala oscura y vacía y yo me imagino típico momento romántico de: Cierra los ojos y ábrelos cuando te lo diga. Los abro en cuanto enciende la luz y me encuentro con un teatro. Una habitación abuhardillada con vigas de madera, una tarima y muchas sillas apiladas. Le digo todos los adjetivos que sé decir en francés para expresar todo lo que me gusta ese lugar. Le doy las gracias (alguna de las que yo tengo). Se apagan las luces. Se acaba la función y yo sigo mi ruta turística por Charleroi.

martes, 18 de noviembre de 2008

La porra hace pupa

En Bélgica: policía subtitulada

(Para chulos, yo).




En Serbia: policija


miércoles, 5 de noviembre de 2008

Apretando cinturones

1. Favoritismos. Mis botas preferidas y sin igual tienen las suelas rajadas (en una ciudad lluviosa).


2. Crisis binanciera. Los frenos y las marchas de mi bici se han roto (en un lugar con fuertes pendientes).


3. Inclemencia. Ha petado mi ordenador.


4. Vacas flacas. Vacas flacas.