lunes, 31 de marzo de 2008

El Brownie de la Felicidad

Estoy a punto de meterme en la cama y decir adiós al mes de marzo cuando:
¿Sabes hacer arroz a la cubana? Me pregunta mi hermano.
Pues la verdad es que no; eres tú el cocinilla. Y le he recordado la increíble pero cierta receta que me cedió gustosamente hace un tiempo y que yo, con su permiso, difundo. El valor del producto y de su efecto en las personas es incalculable. La gente se vuelve completamente loca tras el primer mordisco. ¡Suerte con tus víctimas!

EL BROWNIE DE LA FELICIDAD
Ingredientes:
120 gr. Mantequilla (que morirá derretida)
2 Huevos (de gallina)
175 gr. Chocolate negro (tizón)
1 pellizco de sal (¡ay!)
175 gr. Azúcar
150 gr. Nueces (pelar y cortar en trocitos)
Medio paquete de azúcar vainillado
120 gr. Harina

Para que sea El Brownie de la superfelicidad sírvelo con: helado de vainilla y sirope de chocolate. Recuerda que este consejo es una excelente idea ya que en el hipotético caso de que el postre no te salga como esperabas, al menos tienes algo fresquito para engañar al paladar.

Preparación en solo 10 pasos:
1. Derrite la mantequilla en una cazuela.
2. Corta en trozos pequeños el chocolate y los añades a la mantequilla hasta derretirlo todo.
3. Quita el fuego y añade el azúcar removiéndolo con cuchara -o con pata- de palo.
4. Añade después los dos huevotes, ya batidos, y la sal, y mézclalo rápidamente (¡más rápido que te veo!)
5. Por último añade toda la harina (con una mano) y las nueces (con la otra) sin dejar de remover (con la tercera mano).
6. Unta con mantequilla el molde (cuadrado de aprox. 23cm x 23cm) y vierte el contenido de la cazuela alisándolo con una espátula.
7. Calienta el horno a 200º C y cocina el brownie durante 25 minutos a 180º C.
8. Déjalo enfriar, desmóldalo y sírvelo acompañado del helado y del sirope.
9. Degústalo.
10. Si sale rico rico, como debe ser, llámame para comprobarlo y tú se feliz disfrutando del resto.

Recomendaría el chocolate de Pierre Marcolini. Quienes lo han probado aseguran que es el mejor que han catado jamás y me pidien que les envíe cajas con una frecuencia alarmante. En cuanto vuelva a Bruselas voy a hablar yo con el Pierre ese a ver qué ingrediente de tal potencial adictivo está colocando a/en sus bombones... y que nos lo cuente para añadirlo a esta receta.

viernes, 28 de marzo de 2008

Cuatro horas en Madrid

Son las 12 del mediodía de un día cualquiera. Te encuentras en el kilómetro cero de Madrid, en plena Puerta del Sol. Se para el tiempo y tienes cuatro horas libres para aprovechar en la ciudad. ¿Qué haces?

Un forastero probablemente elija la ruta del extranjero, es decir, seguirá las indicaciones de su guía de bolsillo: los mil y un itinerarios para no perderse nada. Comenzará con la foto junto a El Oso y el Madroño y seguirá hacia el Madrid medieval, paseando hacia la Plaza Mayor, cuidadoso de guardar su cartera a buen recaudo, parando en el top-manta y top-pasminas, foto con Felipe III (el Atrevido), una monedita al mimo (un hombre con paraguas que parece que va a salir volando), Mercado de San Miguel, visita al Café de Oriente, 6 eurillos para entrar al Palacio Real y una larga sentada para observar los jardines del Campo del Moro y divisar La Lanzadera del Parque de Atracciones.

Al visitante le entrará hambre después de tres horas de caminata pero sacará fuerzas para llenarse de bolsas de Preciados y, por supuesto, hacerse con una camiseta del Real Madrid o la típica Un amigo estuvo en Madrid y se acordó de mí. Pensará en subirse al autobús descapotable, pero el tiempo se agota y aún no ha probado las famosas tapas de la capital. “Camarero, camarero, una cerveza por favor”. Y sentado en una terraza del centro, en el último cuarto de hora, disfruta de una caña doble y un buen plato de paella (¿de Valencia?), eso sí, a riñón y medio.

Un madrileño escogerá otra alternativa. Después de una hora de atasco para llegar a trabajar a su oficina en Ópera, lo último que quiere hacer es coger un autobús y no quiere saber nada relacionado con el asfalto. Se le pasa por la cabeza hacer todas esas cosas que aún no ha hecho en su ciudad como por ejemplo hacerse una foto con El Oso y el Madroño, entrar en el Palacio Real, pasear por el Campo del Moro, ver la última exposición de Rubens en el Museo del Prado, purificarse en el Jardín Botánico o coger el Teleférico. Sin embargo esperará a hacerlo en un momento mejor, es decir, todo eso seguirá siendo su asignatura pendiente.

Se irá a El Tigre, su bar preferido, donde beberá cerveza barata acompañada de abundantes tapas. Cogerá el metro hasta el Retiro donde observará cómo un caniche acaba con la última ardilla del parque. Se tumbará en el césped y se despreocupará de todo. Le robarán el móvil, se acabarán las 4 horas concedidas y volverá a su casa en un pueblo de la sierra deseando perderse en el campo o encerrarse en casa a ver la última de Woody Allen.

(Escribí esta historieta hace exactamente 3 años y la recupero ahora que voy a estar de visita - durante más de 4 horas- en Madrid)

jueves, 27 de marzo de 2008

Chutes de adrenalina

A veces me doy chutes de adrenalina con el simple hecho de adelantar acontecimientos sin necesidad de llevarlos a cabo gracias al poder de la imaginacón. Esto puede resultar muy económico si se tiene en cuenta el precio que en ocasiones supone realizar el hecho en sí. Esta vez ha sido un pedazo de festival de música a 20 minutos en tren (4 horas a pie y un par de días en burro perezoso) de Bruselas: http://www.rockwerchter.be/ Será en 5 meses, plazo que tengo para encontrar el modo de colarme legalmente. ¿Por qué? Porque en el cartel está uno de los grupos que tengo que ver antes de morirme. O que me muero por ver. O que si no lo veo, me muero.

Ya he empezado a moverme para no desembolsar los ciento y pico (que se lo das al segurata) euros de la entrada. Desde el momento que (por trabajar para un medio) consigues un pase de prensa (estrenos, conciertos, inauguraciones, etc) siempre buscas el modo de seguir explotando dicho privilegio. He encontrado un foro donde un/una persona de una radio rumana solicitaba “acreditación para cubrir el evento”. Cubrir el evento… vamos, para lo mismo que yo. Para estar bajo el sol con un mini frente al escenario disfrutando de los numerosos artistazas que formarán parte de los 30 conciertos previstos.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Geografiando

Llamó ayer un tipo preguntando por vuelos a Vaduz. Le dije que lo sentía, que yo no era agente de viajes pero que muchas gracias por haber picado mi curiosidad. ¿Dónde sitúo ese nombre en el mapa? Y ¿en qué mapa? Pues se trata de la capital de Liechtenstein, entre Suiza y Austria. Es un país tan diminuto que no puedes medir más de metro cincuenta ni pesar más de cincuenta kilos para vivir en él. Tan pequeño es, que los aviones tienen que aterrizar en uno de los países colindantes desde donde los pasajeros deben coger un triciclo para introducirse en un Principado calificado como paraíso fiscal.

Satisfecha por la incorporación de dicha información a mí sabiduría, y con ganas de explotar hasta el final el día geográfico, he ido a una exposición de fotografía de un trotamundos demasiado morboso. Ha sido una hora recorriendo ciudades, montañas, desiertos, campos de refugiados, hospitales, casas y caras, rostros con rastas, risas y lágrimas. He descubierto muchísimos lugares que no conocía o que nunca me habían llamado la atención y que me estoy plantenado visitar. Quizás empiece por Vaduz.

jueves, 20 de marzo de 2008

El plan le ha salido redondo

No es que fuera el mundo al revés. Simplemente las cosas eran diferentes. Era una ciudad donde las líneas rectas y los cuadrados estaban subordinados a lo redondo, boludo, boliche o bolíndrico. Los edificios no tenian esquinas porque eran cilindros con ventanas de ojo de buey de las que colgaban banderas como pelotas. La cantidad de cuadrados que hoy por hoy absorben nuestro tiempo allí eran circulares: pantallas de ordenadores, televisiones, teléfonos móviles, libros...

Era un lugar donde la gente no vestía con trajes de chaqueta grises ni negros sino con polos naranjas y pololos amarillos. Su adicción era hacer pompas de jabón que no vendían en paquetes de 10 ni de 20. No. Había fuentes en la calle llenas de agua, jabón y glicerina para hacer globos suficientemente grandes como para meterse dentro y balancearse un rato hasta que la pompa explotaba (plas) o se fusionaba con otra (blup).

Las cosas eran tan diferentes que muchos ni siquiera necesitaban ir a trabajar para sobrevivir. Podían quedarse en la cama con una cámara conectada a internet apuntándoles 48 horas al día y ganando dinero gracias a multinacionales que ocupaban sus espacios publicitarios y gracias al resto de personajes con pololos que desde sus casas con forma de melón entraban en esa web.

No era el mundo al revés. Es el mundo real:
http://www.sleepingrich.com/cam.php

(Y yo soy otra estúpida visitante de websites que os invita a comprobar qué absurda es la vida).

lunes, 17 de marzo de 2008

Un cronopio y otro cronopio

Hoy, un cronopio se ha sorprendido llorando porque era la fecha límite para vaciar las lágrimas que a veces se le acumulan en un saquito y que, como el agua salada de mar, sirven para sanar rasguños y ventilar su corazón.

Hoy, otro cronopio ha sonreído por algo que:
1. Le ha contado una persona quien, tras tomar un café, le deja una nota a la camarera sin más intención que la de felicitarla por tener la sonrisa más bonita que jamás haya visto.
2. Ha vivido él mismo disfrutando de la risa más contagiosa que jamás haya escuchado en un parque, en un columpio, en la voz de una niña.
3. Ha leído en un libro de Marjane Satrapi (Persépolis). Palabras de una mujer: Je me suis fait enlever de la graisse là (señalando el culo) et je l´ai fait injecter là (señalando su pecho). À chaque fois qu´il (señalando a su señor marido) embrasse mes seins, c´est en fait mon cul qu´il bais.

domingo, 16 de marzo de 2008

viernes, 14 de marzo de 2008

Justus Lipsius

Se llama Justus Lipsius. Es el edificio donde se encuentra el Consejo de la Unión Europea. Durante dos días ha sido tomado por unas dos mil personas pertenecientes a los medios de comunicación que van a cubrir la Cumbre Europea de Bruselas centrada en el Cambio Climático y la Economía.

Las medidas de seguridad son alucinógenas (digo, alucinantes). Han cortado las calles de alrededor con alambradas prohibiendo el paso de automóviles y peatones (excepto, por supuesto, aquellos con acreditación). La intensidad del infrarrojos, del detector de metales para acceder al edificio es potentísima. El señor que ha pasado delante de mí, además de quitarse el cinturón para que no piii-piiii-pitase la hebilla, se ha tenido que sacar sus tres dientes de oro uno de los cuales se lo he cambiado por una pegatina, dos cromos, una chapa y un chicle a medio usar. A partir de hoy mi sonrisa es mucho más resplandeciente.

En el interior: comida gratis, bebida gratis y teléfono gratis para llamar a cualquier parte del mundo. También había obsequios. Ha pasado un veterano corresponsal con los ojos chispeantes de emoción con un pen drive, una mochila azul y un gorro y bufanda a juego diciendo, ¡Lo regalan! Este hombre tiene el triple de años que yo, el doble de arrugas que yo y la mitad de gracia que yo porque ha plagiado uno de mis chistes estrella.

Una vez conseguido mi pack, he ido a la sala de prensa española a esperar al señor Zapatero. Allí, en una calurosa sala de pequeñas dimensiones etábamos unas 100 personas: periodistas de prensa, radio y televisión, cámaras, fotógrafos, productores, etc. Yo me he sentado al lado de una conocida tocaya mía que como tiene un ojo a la virulé me he sentido vigilada todo el rato. A todo esto mi lindísima colega argentina estaba caricaturizando al presi como si fuera un marciano con antenas galácticas lo que me ha obligado a tragar mis carcajadas.

Allí estaba con mi chaqueta roja. El rojo de la bandera española, de la sangre de toro, de la sangría Don Simón y del clavel de chulapa madrileña. Allí estaba deseando que llegara el turno de preguntas. Por fín levanto la mano y me acercan el micrófono. Le he hecho dos preguntas. La primera: ¿Qué es peor, la ignorancia o el desinterés? Y me ha dicho: ni lo sé ni me importa. La segunda estaba relacionada con la temática de la Cumbre. Presidente, ¿a qué huelen las nubes? Él: a sueño. O a sueños, no sé. El caso es que por fin he entendido la conexión entre las nubes y ovejas que decoran mi pijama. De repente me ha entrado mucha angustia. Me pasa a menudo cuando en noches de insomnio cuento ovejitas saltando vallas hasta que una de ellas se parte los huesos en un salto fallido, muere y hay que mandarla a un asador segoviano.

Ahora, mientras espero a que mi ropa acabe de ser mareada por la secadora en mi lavandería habitual, me concentro en escribir para no oír la peste musical que sale de los altavoces (reguetón-tón-tón y derivados). Estaría bien poder abrir y cerrar los oídos sin necesidad de ponerse tapones. Algo parecido al servicio que prestan los párpados a los ojos pero en las orejas. Voy a patentarlo para venderle la idea al próximo diseñador de seres humanos.

viernes, 7 de marzo de 2008

Bretagna

Introduccion
Una voz: Elena, te vienes a Francia diez días con todos los gastos pagados a hacer teatro a través de sombras en torno a los derechos humanos donde habra gente de Rumania, Polonia, Italia, Francia, España y Bélgica a la que tendrás que representar junto a tus dos compis de piso españolas, dos francesas y una mejicana?

Mi voz: Of course!

Desarrollo
Aqui estoy. Es bellísimo. Vivimos al lado del pueblo galo de Asterix con el que estuvimos ayer dando una vueltuca y me prometió comer jabali (esta noche tenemos la barbacoa).

Desenlace
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sábado, 1 de marzo de 2008