Resulta que conozco a un pez gordo belga (primo del calamar gigante) que tiene una empresa de organización de eventos y fiestas VIP. Me regaló dos entradas valoradas en 100 euros cada una para un show ecuestre muy peculiar. Un espectáculo de caballos que actúan junto a la orquesta de Bruselas y el coro de la Unión Europea, nada menos.
Me puse mi espectacular vestido rojo nuevo, botas altas de tacón alto, moño con rizos y pendientes largos de espiral. La ocasión lo merecia.
Empieza la velada y salen los caballos impresionantes con sus jinetes, quienes nunca más podrán poner sus rodillas juntas porque se les han quedado deformadas de tanto cabalgar (ay el vicio!). Una voz va presentando a los protagonistas de la noche y explicando lo que saben hacer mientras ellos lo demuestran contoneándose. De repente el cañón de luz apunta a una mujer mini. Es una cantante de ópera, una tal Julia Migenes (la Juli) que dirige su chorro de voz hacia los animales mientras baila sobre una silla blanca de jardín en el centro de la pista. Los caballos la miran flipando aún más que yo.
Se acaba después de dos horas bastante pesadas. Pero ahora viene la recompensa: el cocktail. Así que nos ponemos directamente en la fila para entrar en la carpa.
~ Sus entradas para la fiesta de honor, por favor.
~ Pues… de esas no tenemos. A mi amigo se la ha debido "olvidar" incluirlas en el sobre.
Peor para ellos. La crème de la crème no disfrutó de nuestra presencia y mi vestido de Kim Basinger triunfó mucho más en un bar al lado de casa. Y sin olor a cuadra.
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