Un autobus pasó por la parada de la calle Isaac Peral y, debido a un caso de exceso de amabilidad, ahí se quedó.
Estábamos a la espera Una y la Otra. Cuando la Otra llegó, Una ya estaba en el banco sentada fumando un Camel light mentolado. Debía llevar esperando un cigarro y medio porque había una colilla también de menta, también light y también Camel entre sus pies.
Se aproximó el 44, abrió sus puertas y Una dijo a la Otra que pasara ella. Pero la Otra entendió, que por justicia ciudadana, Una había llegado antes y que debía pasar ella (Una) en primer lugar.
Una insistió a la Otra. La Otra, halagada, hizo lo propio y cedió su turno a Una. Finalmente, la Otra decidió pasar pero lo hizo al mismo tiempo que Una y las dos se quedaron encajadas en la entrada del autobús.
El conductor, por respeto a la vida y por no deshacer el pack, evitó cerrar la puerta bloqueda y cogió el micrófono: "Pasajeros, todo el mundo abajo que hasta aquí hemos llegado".
Y así fue como Una y la Otra se fusionaron y se convirtieron en Una.
1 comentario:
Siempre me entra el mismo dilema que al conductor cuando abro el frigo y me quiero comer un yogur... quien es Una para romper la UNIdad...
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