“¡Pintemos nosotros el carril bici!”, aporta alguien. “¡Fomentemos el pensamiento crítico empezando con el análisis profundo y reflexivo de la prensa y publicidad!” propone un chico. “¡Exijamos participación directa y defendamos nuestros intereses!” “Caminar preguntando, enseñar aprendiendo, hablar escuchando”, contribuye un veinteañero parafraseando un capítulo del movimiento zapatista. Por turnos, el megáfono difunde las propuestas de todo el que levante la mano. Unas son muy concretas, de remangarse y casi cumplir con ellas en una sola noche. Otras que aluden a transformaciones estructurales necesitan muchos años de trabajo y mucha paciencia en la consecución de resultados.
Hay que juntarse mucho el altavoz a los labios para que se oiga porque, a pesar de mantener absoluto silencio (incluso, para no interrumpir, en vez de dar aplausos se agitan las manos como señal de aprobación), somos muchos los que, sentados en un enorme círculo en Alcalá 1, queremos enterarnos de lo que se está compartiendo. Y es que, aunque parezca mentira, en un país democrático como es España, se prestan muy pocas ocasiones de debate.
Entre tanto, un bizcocho casero cae en mis manos envuelto en papel de aluminio. "Coge y pásalo", me dice una mujer. "¿Quién lo ha hecho?" "No sé, a mí me lo han pasado". Esta es la tónica. Generosidad, respeto, responsabilidad, buen rollo, sensatez y coherencia. Si a alguien se le ocurre agitar una bandera republicana, enseguida le piden que la guarde: no hay partidismos. Aquí tampoco se viene a hacer botellón. No se quiere dar ni medio motivo que pueda ensombrecer la finalidad de esta concentración. La única provocación del kilómetro cero es el deseo de un cambio. Por todas partes cuelgan eslóganes llamando al respeto de los derechos recogidos en nuestra Constitución: ¿Es de locos luchar por un derecho fundamental como es el trabajar? Entonces, volvámonos LOCOS.Y cada cierto tiempo pueden verse performances estremecedoras: una treintena de personas destapándose la boca sellada para dar un imponente grito seco y apagado (algo que los observadores no pueden resistir y reaccionan doblando con su voz). Una forma admirable de expresar su/mi/nuestra indignación.Hay que juntarse mucho el altavoz a los labios para que se oiga porque, a pesar de mantener absoluto silencio (incluso, para no interrumpir, en vez de dar aplausos se agitan las manos como señal de aprobación), somos muchos los que, sentados en un enorme círculo en Alcalá 1, queremos enterarnos de lo que se está compartiendo. Y es que, aunque parezca mentira, en un país democrático como es España, se prestan muy pocas ocasiones de debate.
A las 02:30 los que se quedan a dormir abren sus tiendas de campaña (in 2 seconds) o estiran sus cartones (in 1/2 second). Vamos a dejarles descansar en la que por una noche es su "casita en pleno centro y con el Metro a la puerta". Y, añado, con vistas a una curiosa estampa: el oso que, orgulloso de lo que está presenciando desde su nueva ubicación, abraza más fuerte que nunca al madroño y proclama: "Este es mi Madrí".
1 comentario:
Piel de gallina...
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