Entre la ola de calor que marea y la publicidad que atonta y convence, llego a casa y no tardo en tomarme un bote de ese gran refresco que mi madre me daba una vez batido cuando me dolía la tripa, que recomiendan beber antes de donar sangre (por ser anticoagulante), que tiene además la propiedad de eliminar el óxido de la cadena de una bici, y que equivale a diluir ocho cucharadas de azúcar + un sobrecito de mezcla secreta en un vaso de agua: la coca cola.
Por primera vez me quedo leyendo la letra pequeña y, curiosamente, recomienda llevar un estilo de vida activo y saludable, y una dieta variada, moderada y equilibrada. Advierte después de la necesidad de preservar la lata de olores agresivos (pis de rata) y conservarla en un lugar limpio, fresco y seco. Al loro. Todo eso me cuenta un producto que, en la pirámide alimenticia elaborada por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, se situaría en la parte más estrecha, en la punta, lo cual me hace pensar que al mínimo bamboleo se caería (totalmente agitada, ¡cuidado al abrirla!) y quedaría fuera de juego.
Sin embargo, las ventas aumentan, no hay rincón del planeta que desconozca esta bebida y, tal es su popularidad, que en ocasiones puede generar más confianza comprar una coke que un litro de agua embotellada. ¿Por qué tanto misterio? ¿Qué ingredientes esconderá que hasta la fórmula de su rojo corporativo oculta sus valores bajo el sobrenombre Coke Red?
1 comentario:
fijate tù,que yo escuchè,que a finales de siglo XIX se vendìa en valencia...ya te contarè màs(por cierto me despisto una semana y ya tengo otra pa poder leerte,jejeje
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