martes, 13 de septiembre de 2011

Boicot a la recta


Para F. Hundertwasser, arquitecto y pintor de 1940, la línea recta es la única línea que no es creativa. Por eso su trayectoria vital está trazada en una espiral. Su punto de partida es Austria, y pasa por Italia y Marruecos. Francia, Suecia, Gibraltar. Sudán, Uganda, Cabo Verde. EE.UU., Japón, Nueva Zelanda, Sri Lanka, Qatar. Ha pisado todos los continentes y en cada uno de ellos ha dejado sus posos: reinventando mobiliario urbano, diseñando sellos, ilustrando libros,  transformando edificios, decorando telas, cometas y cerámica, y siempre  enfocando su atención a la ecología.   ¿Su objetivo? Transmitir que nuestra existencia debe dar la mano  - y no la espalda - a la naturaleza y que ambas deben integrarse en el arte ya que hacer bello lo útil repercute en nuestra felicidad. 
En uno de sus manifiestos defiende que un inquilino debería poder pintar la fachada de su piso hasta donde le alcance el brazo. En esa misma línea, desaconseja entrar en un edificio que califica de estéril, es decir,  con paredes lisas y las ventanas idénticas entre sí. Si vas a visitar a alguien a una vivienda de estas características, ¡boicotéala!

Y va más allá. En otra publicación dictamina que todo el mundo debería tener el derecho a construir su propia casa. ¿Todos? ¿Yo también? Pero Jander, antes deberíamos pasar al menos la prueba del Pictionary: lápiz, papel, media vuelta al reloj de arena y... ¡tiempo! Y someter nuestros bocetos a un estudio de viabilidad para que la vida de una casa sea igual o más larga que la de las personas que la vayan a habitar.


Eso, o hacerse a la idea de que, si todos ejercemos de arquitectos, las ciudades serán escombros y no jardines, como tú sueñas que sean. A no ser que inventemos tiendas de campaña de lienzo blanco para pintarlas a nuestro gusto.

Alejando sus ideas de los extremos, este artista es bastante inspirador, en especial cuando te embaucan con sus dibujos de pueblos árabes a los pies de una piscina asturiana. Allí, en plena consonancia con la naturaleza, nuestras curvas sincronizan con las rocas, pintura blanca y agua helada.

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