Anoche, después de despedirnos de la señora Yudobro, el carril que generalmente está atestado de taxis haciendo cola (que no esnifándola) para recoger a viajeros alsáticos, estaba desalojado. En su lugar había un cordón policial, dos lecheras arriba para impedir la entrada de coches y otras dos patrullas abajo para bloquear el paso de circulación. Ahí, enfrente del portal del que salíamos, un pastor alemán (que no un evangélico sino un perro ladrador poco mordedor) y cuatro policías se centraban en la complejísima tarea de abrir una maleta. Era la típica bolsa sospechosa de viaje negra abandonada. Y nosotros, como si nada, chulos, inconscientes o cansados, seguimos andando en vez de salir corriendo, lo cual, ante semejante despliegue humano, técnico y animal, habría tenido su lógica. Pero no se escuchó ninguna explosión. El máximo destrozo que vimos fue un casco de moto rodando que debió tirar el poli grandote solo él sabe por qué.
Llegando a casa, me encuentro con un amigo:
- "¿Qué tal? ¿De retirada?"
- "Ya de vuelta sí, que hoy nos ha dado por creernos pelotón ciclista y estoy reventada".
Hablando de todo y de nada, me enseña la multa que le han puesto por beber una lata de cerveza (concretamente una "Mahou", dato que debe ser relevante) en la calle cuando hablaba tranquilamente con dos más, es decir, por consumir alcohol en la vía pública.
- "No molestábamos a nadie pero se han acercado unos maderos (barnizados) y me han premiao con esta papeleta blanca".
La policía se aburre y mucho. Cada noche sale de paseo y a menudo se concentra en zonas que no necesitan de sus servicios. Firmando autógrafos justifica la creación de cuerpos como la BESCAM que garantiza la seguridad del ciudadano. Pero no son conscientes de la gravedad que está alcanzando el asunto al favorecer el nacimiento de miedos infundados a su alrededor. Temores cada vez más irracionales.
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Según fuentes sanitarias, se están multiplicando los tipos de fobias en los grandes núcleos urbanos. Destaco a continuación las de más difícil superación:
Anadtidaefobia: miedo a que un pato nos esté observando.
Anquilofobia: miedo a ser enyesado.
Araquibutirofobia: miedo a que se incrusten las cáscaras de cacahuete en el paladar.
Caligenefobia: miedo a las mujeres atractivas (= miedo a mirarse al espejo para algunas).
Deipnofobia: miedo a las conversaciones de sobremesa.
Filemafobia: miedo a los besos.
Hipopotomosntrusesquipedaliofobia: miedo a las palabras largas.
Optofobia: miedo a abrir los ojos.
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Panfobia: miedo a todo.
Sofofobia: miedo a aprender.
Así que por si alguien que esté leyendo se clasifica dentro de este último grupo, no voy a enseñar más, no vaya a crear también la webofobia o miedo a convertirse en el símbolo @ y vivir golpeado por un dedo índice.
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*Dudo que estas fobias estén registradas en algún hospital. Las he recogido de "Información sobre el miedo" de la obra Canguelis producida por la compañía catalana de teatro gestual Vol-Ras.
1 comentario:
Buenísimo el diccionario, jeje! ojalá y no se desarrolle nunca la Filemafobia: MUA!
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