Un domingo de mucho sol aparente la chica del moño salió a probar sus botas nuevas.
Pero el cielo se nubló y en vez de desaparecer su sombra, fue la propia chica quien se esfumó, deslizándose hasta filtrarse por la alcantarilla. A ella le siguieron la papelera y todos los pivotes que marcaban la acera. Uno a uno.
Ya de noche, en la calle solo quedaron las siluetas negras.
Pasó un domingo.
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