sábado, 27 de noviembre de 2010
Gringada
domingo, 21 de noviembre de 2010
Arrollador Arcade Fire
Así son estos canadienses. Llenan el Palacio de los Deportes hasta los topes y se entregan funcionando como un mecanismo de engranaje perfecto. Sus ocho componentes exprimen cada instrumento (entre ellos, ¡dos baterías!) que van pasando de manos como quien juega a las cartas. Tan pronto tocan el acordeón como una guitarra o se marcan una canción integral con el micrófono principal. El resultado se filtra por todos los poros de un público que, dicho sea de paso, se han metido en el bolsillo desde el primer tema. Además, haciéndonos un favor a los que controlamos mejor su disco Funeral, lo han recorrido casi en su totalidad.
sábado, 20 de noviembre de 2010
Distracciones
viernes, 19 de noviembre de 2010
jueves, 18 de noviembre de 2010
Holadiós a T Funkey
- "¿Más a jazz?"
- "No"
- "¡Ahhhh!"
¿Hacia dónde se dirigen? Está por ver.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Hasta aquí hemos llegado
lunes, 15 de noviembre de 2010
Ilusión a la basura
martes, 9 de noviembre de 2010
domingo, 7 de noviembre de 2010
Octofobia: miedo al 8 (miedo al futuro, ¡a mañana!)
miércoles, 3 de noviembre de 2010
¿Miga o corrusco?
Aunque podría, no se trata de un titular del recomendado El Mundo Today sino del principio de un relato de Woody Allen, que coincide con mis inicios en el desarrollo de mi moralidad. Pero yo siempre he sido más de miga.
Después de superar esa fase del egoísmo (o amor propio), del yo, yo, yo y todolomejorparamí, tuve que pasar (forzosa e inexplicablemente) a la siguiente etapa que consistía en ceder a mi hermano mi tesoro y quedarme yo con el corrusco de la barra, esa parte rígida, totalmente impermeable a cualquier salsita de guiso y muy desagradable a mi pobre dentadura por la que empezaban a asomar sus primeros brackets.
Y ahora, después de muchas salsas sin mojar (¡uy!), me entero de que llevo toda la vida equivocada. Paso por un escaparate y veo una estantería hasta los topes de libros de autoayuda y libros de luz, bien iluminados para que no pasen desapercibidos, destacando frases como: motivación, superación personal, ¡estima al egoísmo!,...
Esto me recuerda esa sabia frase de Rousseau que dejó a sus colegas ilustrados todo envidiosos y que exclamaron un redondísimo ¡OHHH! con boquita francesa al oirla.
- "El niño no es un hombre ni un animal..."
- Y todos: "¿Qué es? Por tus muertos, ¿qué es?"
- "El niño..." dijo mirando a todos, uno por uno, alargando su sufrimiento: "Es..."
- "¡Dilo ya rusó maldito o te arranco los cataplismas y hago que te los sirvan en el crep con cambembert que te desayunas cada mañané!"
- "El niño es un niño".
- "¡OOOHHH!", dejó escapar la audiencia.
Y siguió (o tal vez no continuó con este párrafo pero reinventar la Historia es así de fácil): "Le acostumbráis a que siempre se deje guiar; a que no sea otra cosa más que una máquina en manos ajenas. Queréis que sea dócil cuando es pequeño y eso es querer que sea crédulo y embaucado cuando sea mayor".
Cuatro siglos después, hoy, pienso que si hubiera sabido leer a los 3 años, me habría ahorrado este aprender a desaprender lo aprendido: compartir, tener en cuenta a los demás, dejarse guiar (a ciegas), etc. "Lo primero eres tú", dicen. ¿Yo? Pues a partir de ahora me pido siempre la miga. Y que me arresten.