Yo, convertida por un día en dependienta de tienda de ropa pija. Doblando camisas: manga, manga, tronco y a la pila. Manga, manga pim pam pum fuera siguiente. Colocando la pila en su estantería correspondiente con el color correspondiente: uno de los 6 tonos diferentes de marrones que hay. Yo, con un resacón que no diferencio el azul del rojo, aguantando el tipo para no dormirme encima de las chaquetas y clavarme una percha en el ojo. Inventándome respuestas cuando me preguntan: ¿Os queda el número 40 en el almacén? Uy, qué va, qué va. La semana que viene llega todo.
Tengo mi mini descanso pero como estoy en un macro centro comercial (un infierno) no veo la salida. He percibido la luz de la puerta a lo lejos (un cielo). Pero se me ha hecho tarde y he regresado arrastrando los pies a la tienda a aguantar la música que aún después de varios días sigue martirizándome.
El mejor momento ha sido cuando se me ha acercado una abuelita y me ha dicho pellizcándome (con amor) la mejilla: ¡Qué rica eres! Yo he flipado. Ella se ha dado la vuelta y se ha ido con su bastón bailando el charlestón.
4 comentarios:
¿Qué os pasa en Bruselas que no tenéis ni salsa para los pollos ni números 40?
Yo trabajé en el Decathlon de Alcobendas (al lado de la Moraleja) y aguantar a aquellas señoronas repijas buscando ofertas en la tienda más cutrebarata de Madrid me hacía vomitar mis primeras papillas.
Qué viva el empleo precario y digno!! Suena algo contradictorio, no?
Besos y espero que salga algo mejor prontito
Perdón por el acento del "qué viva".
Que viva el empleo precario y digno en todo caso""
¿Qué? ¿Viva? ¿Viva quién? ¿o qué? ¿Qué? ¡Viva!
Las AUTORIDADES (siempre me gustó esa palabra en esta frase, qué ridículos!) sanitarias advierten: el alcohol causa estragos.
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