miércoles, 15 de octubre de 2008

De nuevo, infiltrada en el Consejo

Durante dos días, el edificio Justus Lipsius del Consejo Europeo detiene su ritmo habitual con el objetivo de acoger a más de mil periodistas, cámaras y reporteros gráficos. Allí aguardan las declaraciones de los representantes de Estado y Gobierno para ponerse a trabajar.

Preparativos
Todo está listo. Las medidas de seguridad del barrio de las instituciones europeas de Bruselas se extreman. Las calles colindantes solo son accesibles con pase de prensa, algo que conlleva infinita paciencia. Para acreditarse hace falta que el carné de identidad pase de una mano a otra y que el servicio de seguridad te escudriñe con su mirada. El solicitante llega a pensar: aunque no me parezca puedo asegurar que el de la foto soy yo.

Una vez conseguida, puede pasarse al interior del Consejo sin problema donde el silencio que place el día de los preparativos, se rompe con la actividad de los profesionales de la comunicación. Cables de todos los tamaños, luces potentísimas para las cámaras de televisión, diálogos en idiomas imposibles, música arrítmica del teclado de los ordenadores y sonidos de politonos de los teléfonos móviles. Todo ello toma el edificio para hacer posible que las resoluciones se conviertan en noticias que partan de Bruselas a todas las direcciones.

En el punto de mira de esta cumbre está la estabilidad financiera en la Unión Europea.
Paradójicamente, esta depresión exige el trabajo de miles de profesionales que de 48 horas tendrán muy pocas de descanso. Entre ellos, los periodistas. Un día antes ya se les ha visto reservarse un buen sitio en el hall del Consejo.

No hay comentarios: