jueves, 31 de julio de 2008

Vacaciones

Trrrr-trrrr, tac-tac-tac, trrrr-trrrrr. Es una maleta por la calle. La llevan a la oficina para salir directamente de vacaciones. Como me ha visto que la miraba de reojo y con mucha mucha mucha envidia, me ha preguntado si quería ir con ella y yo he contestado que sí, que claro que sí y que muchas gracias Señora Samsonite. Y la verdad es que es lo mejor que puedo hacer porque en el barrio todo ha quedado ya inactivo.

El bar portugués de enfrente ha colgado el cartel de cerrado por vacaciones (¿pero estar dentro de un bar no es estar de vacaciones permanentes?). El hombre que pide dinero (o cigarros o un chicle o… viendo que estoy más pelá que él me acepta un simple hola) me ha preguntado que si quiero hacerle la suplencia estival cosa que me viene muy mal porque por un lado (por el izquierdo) el doctor me ha dicho que evite la vida sedentaria (que mueva más el esqueleto) y sedentaria (que lo haga con copazo en la mano) y por otro lado (por el derecho) mis padres me han prohibido hablar con extraños, algo que se arreglaría con una presentación previa.

También he dicho adiós a las prácticas con una barbacoa laboral y una noche laborable-memorable. Todos estos indicadores me llevan a pensar que tengo que tomarme un tiempo de descanso en mi querida España esa España mía esa España nuestra. Pero antes debo preparar todo para mi regreso a Bruselas en septiembre. Es decir, hacer la mudanza a la casa nueva y encontrar curro para lo cual estoy actualizando mi CV, escribiendo miles de cartas de motivación (aunque en estos momentos lo único que me motiva es un mojito en la playa y mi sobrino en cualquier lugar), estoy yendo a entrevistas y... vuelta a lo mismo por lo que pasé meses atrás.

Total, que voy a echar la llave y abriré el candado cuando lo hagan los colegios. Sigo rigiéndome por las agendas y calendarios escolares en los que cada año comienza en septiembre. Me los compro pero, eso sí, siempre arranco las páginas de “periodo de exámenes”, “ausencias” y “notas del tutor”.

martes, 22 de julio de 2008

Rubén Darío en Gante


La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
(...) La princesa está triste, la princesa está pálida.
¡LA PRINCESA PALMA ESTA NOCHE!

sábado, 19 de julio de 2008

Sin banco, sin pipas y sin tutú

Hacía mucho tiempo que no me sentaba en la calle simplemente a mirar y eso es porque no hay bancos que te inviten a hacerlo (por eso tampoco se venden pipas). Acaban de caer en ese detalle y, después de siete años de reforma, por fin han terminado una plaza bastante grande, Flagey. Su único atractivo son unos bancos de 20 metros de largo cada uno (medidos con la precisión de mi ojo) que la rodean.

El caso es que lo que vi el otro día soleado (día en que nadie se queda en casa) lo hice apoyada en el poyete de la ventana de un bar cerrado por bancarrota debido a que los camareros hacían más "sinpas" que los clientes. ¿Qué vi? Simplemente gente pasando en todas las direcciones y sentidos. Haciendo vida de barrio, vida urbana, vida y punto.

Una bandada de cuervos peleándose no por unas cuantas migajas cedidas por el vecino amante de los animales, sino... ¿qué es eso? ¡Un pollo entero! Se me ocurre entrar en combate para evitar ese acto de cuasicanibalismo pero es demasiado tarde. Ya han acabado de despellejarle y están a punto de hincar sus picos en la carne antes de pasar al postre: los órganos internos color chocolate.

A escasos metros, sentado en la terraza de una cafetería, un grupo de mujeres de oficina vestidas de traje de chaqueta negra y tacón de doble filo se concentra en sus agendas para fijar la fecha de la próxima reunión donde abordarán todos los temas que una vez más han quedado en el aire. Al mismo tiempo, una de ellas grita y ridiculiza a otra que no sabe hacia donde mirar. Está despellejándola viva. Otro sketch caníbal.

Sigue agitándose la ciudad y pasa un ciclista callejero a punto de ser arrollado por un tranvía. Se trata de un hombre a quien veo a menudo llevando a la espalda un peluche que es mochila a la vez. Pero el de este día es solo peluche. Es un oso hormiguero gigante que le rodea completamente y parece ser quien tiene el control absoluto de la bici. Es una sustancia dopante materializada en un animal sintético... ¡Quiero uno!

Por último, mientras me arrepiento de haberme comprado un helado de pistacho por tener sabor a chicle de sandía con calcomanía de regalo, un papá (padre número uno) le da dinero a su hija que va vestida con un tutú para que ésta se lo de a otra niña que baila sin tú-tururú-tutú y que pasa la gorra con su padre (padre número dos). Jo, cuestión de azar, me digo (pero me lo digo por dentro, sin hablar ni nada). ¿Y si doy la vuelta a la situación? ¿Y si cambiamos una niña por otra? No sé. Pregúntaselo al padre número uno. O al número dos. O siéntate conmigo a mirar (sin hablar ni nada) desde mi banco.

sábado, 12 de julio de 2008

Punteos (o apuntes) de Rock Werchter

Alojamiento, el camping
Un lugar reinado por la tranquilidad de gente leyendo el periódico, jugando a las cartas y acabándose latas alcoholizadas. No hay djembés ni música cuyo volumen atraviese las paredes de las tiendas de campaña. Por tanto, un rock silencioso roto por los gritos de mi compañera de aventura (quien me conoció estando yo completamente desnuda hace casi 25 años) que olvida que las tiendas de campaña se protegen de los bandidos con unos hilos transparentes que sobresalen un metro de la tienda hasta clavarse en la tierra. Se llaman vientos. De repente ha pisado uno y está volando, gritando, moviendo los brazos con intención de volar, hasta que es salvada por un holandés grandullón.

Festivaleros del Werchter
Personajes como el típico cómico inglés que nos suelta su monólogo y se pira dejándonos muertas de risa diciendo, You were a great audience. Se va porque van a tocar ahora los Hot Chip que si se unieran a los, digamos, super cool Roast Chickens en español quedaría: ¡Ey, que van a empezar los Pollos Asados y las Patatas Calientes!

Pocos asistentes fuman (tabaco) a pesar de que muchos carteles gritan: Weed needed! Bastantes se ponen tapones en los oídos porque han pagado menos y les obligan a oír todo más bajito. Muchos visten con ropa merchandising. Y todos se emocionan cuando entre un concierto y otro les enfoca la cámara. Se vuelven locos por salir en las dos pantallas del tamaño de 128 campos de futbolín.

Las instalaciones
En un festival español es impensable no esperar colas para pedir bebidas o para entrar al baño (caja móvil estercolera). Lo normal es perderte los 30 minutos de concierto mientras te haces amigos de espera que luego saludas, ¿Qué pasa colega de cola? ¿Se te colaron muchos? En Bélgica, no hay que esperar.

Algo también inconcebible en España y que en la Bélgica flamenca no se cuestiona: jabón para las manos siempre y siempre papel higiénico disponible. De hecho los puestos creados para el evento son de una especialización laboral tan extrema que entre otros se ha creado el de "dador" o "sujetador" de papel higiénico. Empleado que sujeta los rollos mientras tú coges papel pensando, Sabe que voy a cagar.

Los obsequios
Gorras, bolsos, abrelatas, cojines, cepillos de dientes (¿?), un sillón de esos inflable que fue la envidia (ganado a pulso tras vencer a mi contrincante, Ave César, los que van a ganar te saludan) y bebidas que podías adquirir sin pagar. Dos modos de beber gratis:
1. Modo fácil pero trabajoso. Por cada 20 vasos de plástico vacíos que recogías por el suelo, por las barras o de las manos de la gente, te daban uno lleno. Típica estampa: personas con torres de vasos en ambas manos.

2. Modo facilísimo. Encontrándonos tickets bebida. Ocurrió una vez. Había un fajo de tickets de esos a los pies del señorito que bailaba delante. Y mi hermana decía: ¡cógelos antes de que te vea! Hasta que el hombre va y los pisa: Espera, espera, ahora no... Y los despisa: ¡Píllalos YA! Dilema. El angelito del hombro derecho dice: pero es que eso es una putada, 15 euros que pierde el pobre. Y el demonio tirando de mi mano: Si no los coges tú los va a coger el de al lado que también los está mirando. Basta de bondades. Me agacho y los meto ágilmente en mi bolsillo: ¡HUYAMOS!

Teniendo todo en cuenta, grabando en nuestra memoria los dos días de sol al que dejamos abrasarnos (una semana después aún la mantequilla fundiéndose en una sartén tiene el mismo efecto que la crema en mi cara) y sin olvidar la calidad altísima de los que completaron el cartel (para más información http://www.rockwerchter.be/), me quedo con el mensaje del autobús de mi foto del día 1 de julio: "Good music makes good people".

viernes, 11 de julio de 2008

Simetría incómoda


-Me molesta la simetría de la casa.asac al ed aìrtemis al atselom eM-

jueves, 10 de julio de 2008

El día gafado de Rock Werchter

Cuatro días de rock and roll es mucho rock. Se trata del Festival de Rock Werchter que acabó con un balance positivo pero empezó con un día algo torcido, jueves 3 de julio. Día en que me levanto de un brinco: dame una erre, dame una o, dame otra o y otra y otra, dame una ce, dame una ca. ¡¡ROOOOCK!! Miro por la ventana: pero no me des lluvia, ¡huevón!

Para tamaño evento viene mi hermana mediana medianamente pronto. A las ocho aterrizaba su avión y a las diez yo comunicaba mi mala noticia: malas noticias, me ha fallado el proveedor de la tienda de campaña. Me ha fallado el coco porque he tenido dos meses para ocuparme de ello y no lo he hecho.

Con macutos, sacos, aislantes y bolsa de la compra nos desplazamos a la Rue Neuf congestionada de tiendas de ropa. Es el segundo día de rebajas. Mareas de mujeres cargadas de bolsazas puntiagudas se incrustan en nuestras mochilas. Por fin, a contracorriente, alcanzamos el centro comercial donde conseguir un techo para los próximos cuatro días. De las tres tiendas de campaña que quedan, la más económica no deja de ser un robo. Se trata del segundo robo del día teniendo en cuenta el que nos hizo el banco al cobrarnos una comisión gordísima en el cajero.
También necesito unas chanclas cutres y baratas pero solo encuentro unas cutres y caras. Descubriré más tarde que una vez mojadas me resbalo en su interior y me hacen ampollas XXL.

A continuación, una hora de trayecto hasta el festival divido en una serie de etapas: metro + tren + bus + caminata bajo la lluvia para llegar al camping. En el camino regalan una bolsa de patatas fritas picantes por cabeza. Cogemos tres y por avariciosas el resto del día se me estuvo revolviendo el estómago con tanta especia patatera.

Por fin llegamos a uno de los campings: el que quedaba más lejos del recinto de los conciertos. Montamos la tienda y creemos tener tiempo para la siesta antes de que toque nuestro reclamo del festival, los americanos culpables de que sacase las entradas: los Counting Crows.

Muy mala idea la de dormir porque ya vamos con el tiempo justo. Al salir de la tienda mi sister act recibe un sacazo en la cabeza de los vecinos de parcela (extraña forma de ligar) y algo atontada por el impacto, me dice: He leído que no pueden meterse cámaras de fotos en el tinglao. Vale. La oculto en mi bota y me muero de dolor mientras ando con el canto del pie. Al llegar vimos que no había ningún problema en llevarla como hace la gente normal, en la mano o en el bolso.

Antes de nada, hay que conseguir las pulseritas que nos convierten en miembros de la manada y nos permitirán entrar y salir libremente. Tenemos que esperar una cola de 30 minutos. Los únicos minutos que hemos tenido que esperar para hacer algo coincidien precisamente con los últimos minutos que toca nuestro grupo. Fue llegar frente al escenario y escucharles decir, Eso es todo, amigos. ¿Qué? Lo que oyes, ni ¡oootra! ¡ooootra! Ni leches. Nada.

Como dice una canción de Buika, estábamos jodidas, pero contentas. Al fin y al cabo quedaba mucho - todo - por delante... Y quedaba también toda la lluvia por encima que al tocar el tuétano de nuestros huesos fue formando estalactitas (y ahora pueden hacerse visitas al interior de nuestros cuerpos). Solución: comprar un poncho de plástico de mierda a precio de poncho de seda.
¿Más? Me tiro un vaso recién comprado encima por hacerme la graciosilla, eso sin contar con los que nos caen del cielo cuando la gente, dejándose el último trago de cerveza, tira el vaso por los aires gritando ¡YUJUUU! Y más. Pierdo la pulsera de cuero espectacular que me acababan de traer de España y exhaustas y con frío nos saltamos el último grupo del día, los Chemical Brothers. Llegamos a la tienda y al abrir la cremallera, rás, se atasca y se sale. Como colofón, dentro descubrimos un charquito en camino de convertirse en todo un señor charco... Eso sí, que conste que a pesar de todas las situaciones fatídicas, fue un día chapó (teando).

lunes, 7 de julio de 2008

En la redacción se ha dicho: vamos a rellenar la última página del suplemento. Hoy, Las Abejas.

Columna izquierda: Doce millones de abejas canadienses coreando "Que bote, que bote, que bote el que no bote" vuelcan el camión en que viajaban y se escapan para emprender un largo viaje destino Europa. Pregunta: ¿Cuánto tardarán en llegar si la miel de su última producción se queda pegada a sus alas? Respuesta: mucho.












Columna derecha: un enjambre de abejas originarias del continente americano altera la tranquilidad de unos comensales en un restaurante en Europa tras un viaje dificultado por abejorros enemigos. Bla, bla, bla. Y un señor malo las captura, las mete en una caja blindada y las desala (yo hacía eso con las moscas...) Pregunta: ¿Por qué los insectos no se quedan en su país?
Respuesta: pues porque... el dólar no es lo que era.

Conclusión: las abejas candienses, no conformes con ser noticia allá donde nacieron, vienen a llamar la atención a Europa donde un apicultor, como penitencia, las obliga a hacer tartas de miel con las patitas de atrás de por vida. Y tan famosas se han hecho que hasta se habla de ellas en este blog.

martes, 1 de julio de 2008

El Dr. Vander Vorst y soluciones infalibles

El viernes entrevisté a un catedrático de esos que para caracterizarse a sí mismos se ponen pajarita y comen juanolas. Había hecho experimentos con ratas durante año y medio sometiéndolas a ondas electromalignas todos los días durante 8 horas. Y al final a los animales les salieron tumores asquerosos cuyas fotografías el profesor me enseñaba con ojos golositos como diciendo, esto es lo que quería comprobar, admíralo. Básicamente, a lo que quería llegar era encontrar posibles efectos secundarios para buscar posibles remedios a lo que yo le pregunté cuales y a lo que él me recomendó una serie de hábitos bastante lógicos para los cuales no hace falta ondear a rata alguna.

Por ejemplo, una de las medidas de prudencia es evitar que los niños menores de 12 años hablen por móvil. Esto es evitar que tengan uno; tampoco es que sea ningún drama. Yo tuve mi primer móvil cuando me lo pude costear (en la segunda década de mi vida). Antes de eso nunca necesité enviar un mensajito a nadie para vivir. Otra de las medidas es la de cambiar el aparato de oreja de forma regular especialmente en conversaciones largas. Tampoco es que sea un consejo muy currado, porque cuando se me calienta la oreja (llegué a pensar un día que era el aliento de la persona con quien hablaba) cambio el teléfono de lado sin necesidad de haberle consultado al Dr. Vander Vorst. Otro método para reducir la agresión es hablar menos y escribir más sms. Es decir, darle más al dedo y menos a la lengua.

Por último, y saltándome los penúltimos, propone limitar el uso del teléfono cuando haya dificultades de recepción de señal: bajo tierra o durante desplazamientos rápidos. Con lo cual, en situaciones de emergencia como es estar perdido en una cueva con los trogloditas o ser testigo de un secuestro de un avión, ni se te ocurra coger el teléfono porque yo he visto los tumores en las fotos y puedes acabar con cara de rata.

Candelabro farolai (Serie de Magritte)


Good Music Makes Good People (Serie Magritte)


Oui à la propreté (Serie de Magritte)