lunes, 19 de julio de 2010

Taquicardias justificadas

Le tiembla la mano y le vibra la voz. Mira al infitino cuando hablas con ella y, aunque asiente tirando de su barbilla para abajo, en realidad no se está enterando de nada de lo que le estás contando. Tiene meteduras de pata continuamente, me envía emails que no deberían haberme llegado nunca y se olvida que hoy tenía hora para sacarse la muela del juicio que tanto dolor le ha causado todo el fin de semana. Pero hoy, lunes, lo que no se le olvida es que venía el chico reponedor de café. Un portento treintañero que más que trayendo bolsas para rellenar la máquina de café tendría que estar anunciándolo.
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Y así, embobada, pellizcándome para demostrarme que lo que veían mis ojos no era imaginario, he conocido al causante de los extraños comportamientos de mi compañera de trabajo. Por eso me he propuesto que el consumo de dicho producto se incremente en la empresa, las existencias se agoten una vez por semana, y las taquicardias provocadas por la cantidad de tazas de café ingeridas queden justificadas por la visita de cada lunes.

3 comentarios:

Tenochtitlan dijo...

jaja!me encanta! el hombre del café! ese debería ser mi hombre también!bueno, eso era antes, porque he vuelto a dejar el café. Ya echo de menos aquellas taquicardias...

mahria dijo...

¡Un capuchino por favor!

(Habrá que empezar a tomar café...los lunes)

Bobnacoru dijo...

Hehehe genial!
Que rico tomarse un buen café y si es en buen compañia mejor que mejor.
Besotes desde Galicia.
Bob