martes, 30 de marzo de 2010

Tentando a la suerte

La conversación del otro día giró (hasta caer redonda) en torno a la seguridad en las ciudades. Fuimos sumando experiencias más o menos dramáticas propias o ajenas. En mi intervención narré mi anécdota ambientada en esta antigua colonia portuguesa donde no se recomienda salir sola por las noches. Mujer blanca (o tostadita) es carne de cañón.

Hace dos viernes no demasiado tarde pero ya con la luna luminosa como un farol, salimos de la Feira Popular con intención de seguir hacia el bar Gil Vicente en la Baixa. Zona chunga. Desde donde nos encontrábamos hasta nuestro destino había 200 metros. Es decir, cinco minutos que para mí lo natural, por la cercanía y por el buen tiempo, habría sido caminarlos. Pero por no arriesgar lo más recomendable era esperar a un taxi. Aún así nos planteamos: ¿Nos la jugamos? ¿Vamos de guarda a guarda y tiro porque me toca?
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La profesión de guarda en Maputo es muy habitual. Uniformados, los de seguridad suelen estar dotados de una silla de jardín, un walkie talkie, esposas y porra. Su función no es la de vigilar y cuidar una casa, sino una familia por lo que en edificios con muchas viviendas, pueden llegar a reunirse varios y entretenerse mutuamente. Si trabajan solos puede pasar que si no pasa nada, se aburren y se les descubre echándose una cabezada. O puede ocurrir que vean a dos chicas corriendo por la calle y que éstas se acerquen para pedirles que si por favor pueden acompañarlas a subir ese tramo lúgubre pues ya saben que a estas horas…

1 comentario:

Gab dijo...

O sea.... que los 200m mts fueron acompañadas, eh??

Curioso artilugio de trabajo, ese de la silla de jardín, jeje!