viernes, 5 de marzo de 2010

Lo que me contó Xipamanine

Al mercado de Xipamanine se llega cogiendo la Avenida Eduardo Mondlane. Es gigantesco por lo que es necesario ir acompañado de alguien que te guíe entre la maraña de tenderetes. Huele a madera. A carne. A jabón. A animal. A pescado. Se oye a The Corrs en el móvil de un joven y suena una timbila en el cassette de un señor arrugadísimo. Las arrugas, esos dobladillos que salen en el cuerpo, están en extinción. La esperanza de vida al nacer en Mozambique se sitúa en 50 años (según Estadísticas Sanitarias Mundiales del año 2008 - OMS).
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Noto un pellizco en mi tobillo. Giro mi cabeza. Nada. Miro para abajo y veo un nene de medio metro que me está tocando. Pensará de mí: pobrecita que está incolora. Me lleva a reflexionar sobre los albinos que nacen en África. Suelen considerarse lo que, ironías culturales, en España se diría tener la negra. Es común que estas personas se vean discriminadas y marginadas por considerarse portadores de una maldición contagiosa, cuando lo que sufren es una alteración congénita en la pigmentación de la piel, ojos y pelo.
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Seguimos perdiéndonos por el laberinto y una mujer comenta que quiere cortarme un rizo. Es una hechicera. Hemos llegado a la zona de brujería donde se pueden adquirir patas de rata, cráneos de cabrito, pezuñas de perro, raíces de plantas retorcidas, botes con polvos mágicos, colas de lagarto, cajitas con tuétano y un etcétera de mago de película.
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Antes de salir de uno de los mercadillos más grande, completo y peculiar que jamás haya visto, nos llevamos tomates y berenjenas por la mitad de meticales que en el centro de la ciudad. Y una capulana (o tela de algodón) a un precio não-negociável.
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La última imagen que veo, ya en la chapa, es la de una niña en edad de gatear sentada en una montaña de carbón y jugando con un trozo de espejo roto. A 30ºC, se me hiela el estómago.

1 comentario:

chous dijo...

Mecagüen ros!!!!!!!!