La chapa no es únicamente el material con que construyen el tejado de viviendas de gran parte de la población de Maputo y, por extensión, de Mozambique, sino también el nombre que reciben los autobuses, generalmente minibuses, de cinco filas con tapicería destartalada y con la puerta más tiempo abierta que cerrada. Constituyen el medio de transporte público más utilizado del país.
En su interior van encontrando su lugar tantos viajeros como espacio disponible haya. Sentados en el asiento, sentados en el que está sentado en el asiento, de pie, en horizontal o levitando. Como decía Georgie Dann: cachete con cachete, pechito con pechito y ombligo con ombligo. Y así se viaja. Envasado al vacío.
La que cogí ayer parecía un partybus, como tantas otras. Estuve con el reage tón tón tón pegado a la oreja durante la media hora de tramo que recorrí. Al menos aprendo la lengua a través de la música. Porque, eso es otra. Uno no se sube a una chapa. Las chapas se apañan (apanhar = pillar). Y es que al final este portugués no es que sea difícil pero me lo invento. Por ahora, sin hacer ni caso a la gramática o reglas generales del idioma, mi táctica consiste en hablar español pero comiéndome las consonantes, utilizando la nariz para producir sonidos, y añadiéndole un acento cantarín que, como de costumbre, me sale agallegado. Parece que funciona.
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Introducción a la chapa: uno se introduce como puede y si le taponan la salida, grita, canta una marrabenta (expresión musical local) o, en su defecto, recurre a otra vía de escape más a mano. Aquí uno aviva su ingenio.
1 comentario:
En México las chapas se llaman peseros, también se escucha regeatón, y también la gente junta cachetes con ombligos. Puro tetris!
Besitos!
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