Tienes un año y medio de vida. Sin preguntarte, te ponen una zanahoria en la mano, unas orejas en la cabeza, un pompón en el pantalón y ya te han disfrazado de conejo. Después se ríen de ti (y/o contigo) y te hacen fotos que envían al momento: ¡Qué graciosa la criatura!
Mientras intentas morder la zanahoria con tus dos únicos paletos y tus mini muelas, te das cuenta de lo mucho que te pica la cabeza por culpa de la diadema. Y, agotada de posar, compruebas que no te puedes sentar a jugar para que te dejen en paz, porque la bola que te han cosido a modo de rabo duplica el tamaño del dodotis.
Te pones a correr en círculos haciendo palanca para quitarte todo de encima. Ellos se ríen. A ti te pica, te aprieta y te hace daño. Molestan las risas y molesta el disfraz. Sigues haciendo esfuerzos inútiles con las manos. Ellos ríen aún más mirando tus mofletes rojos como tomates para gazpacho y comentan: Es Pequeña Miss Sunshine.
Tú aún no sabes hablar pero sí pensar: Quien ríe el último…
1 comentario:
Y lo guapa que estaba, coño!!
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