Una hora y veintidós minutos de tren me separan de París. Aprovecho ese tiempo para prepararme lo que voy a decir cuando llame al telefonillo del Moulin Rouge. Da igual. Diga lo que diga, me invitarán a entrar en el mundo del cabaret. Saltaré en un cuadro de Toulouse Lautrec: ¡alehop!
1 comentario:
Siempre captas las sutilezas de tu vida,es genial. Me encanta la sombra enrejada en tus medias azules,jejeje
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