Cuando el ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel ideó la famosa torre que lleva su nombre, pensó hasta en los más insospechados detalles. En ella dió rienda suelta a su carrera fustrada de diseñador de telas. Así, cualquiera que sube al último piso queda estampado con el sello del artista. Mis medias azules me lo han contado.
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