miércoles, 18 de marzo de 2009

NO al agua del grifo

Es muy bonito creer sin ver pero en ocasiones hay que verlo para ver hasta qué punto es verdad. Ya me habían enseñado una vez la cal del agua de esta ciudad pegada a las paredes de una tetera.

Hoy lo he vuelto a ver. He tenido que quitar esa masa blanca densa incrustada en el termo por dentro. Lleva una semana sin ser lavada. He metido el dedo, lo he pasado de abajo arriba y al sacarlo me he empezado a preocupar. He pensado que mi tripa debe parecerse bastante a eso. Llevo un año bebiendo del grifo y nunca me he sometido a un lavado de estómago. Me imagino mi interior lleno de montañas blancas de cal desde las cuales las bacterias se tiran deslizándose colina abajo sobre trineos de carne en proceso de descomposición. Mientras, los conservantes y aditivos les lanzan granos de arroz enteros que han conseguido colarse por la boca sin ser masticados.

Todo esto ocurre en mi estómago y no dejará de pasar hasta que no diga NO al agua corriente.

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