martes, 13 de mayo de 2008

Equis i

Celebración de la 10º edición de la Feria Medieval

Lugar: distrito bruxelloise número 1040
Temperatura: 22 ºC
Hora: 22 horas
Año: 1040

El curtidor en cueros.
El zapatero a sus zapatos.
El alfarero a sus … ¿alfajores?
El carnicero expone sus mejores piezas.
El trovador deleita a los presentes con su cítara y su melodiosa voz.
La adivinadora con las cartas sobre el tapete, dirigiéndose al brujo dice: le cambio el niño esquimal por la abuela tirolesa.
El gentil juglar, agotado de entretener al pueblo, quitado se ha sus babuchas con punta de cascabel y concéntrase en la empresa de engullir un filetón en su propia grasa (la del filete).
El herrero reposa su jornada y tómase una cerveza que una tabernera voluptuosa le sirve en un cuerno descomunal.


Yo paséome observando el escenario con los ojos abiertos como platos soperos (que así cabe más). Cada vez que exquisitos manjares me presentan, mi aguda nariz acerco lo máximo posible y, con las fuerzas que la naturaleza me ha otorgado, aspiro hasta el infinito. En una de esas méteseme hasta el alma el tufo de unas tripas de gato ahogadas en jengibre. Y como los olores no se pueden escupir (un gran defecto del olfato) pues exteriorizo un gesto de asco e internalizo una bola de nauseas.

De repente aparece un joven del siglo XXI llevando a la práctica una costumbre característica del siglo XI: el pillaje. Sin discreción ninguna agarra un colgante de piedras turquesas y sale huyendo. A cincuenta pies de distancia está el dueño del material: un valeroso escocés con kilt, pecho al aire, melena al viento y músculos prietos. De dos zancadas se dispone a cazar al pillo mientras grita: ¡truhán, el paso detén!

Enseguida intervienen un police y un tipo de la orquesta con traje de capitán de trasatlántico. Alrededor se arremolinan los curiosos entre los que hay unos niños con la cara pintada de Spider Man y comiendo algodón de azúcar rosa y bebiendo coca cola y diciendo qué guay y … ¡Se ha roto el hechizo! Está desapareciendo la Edad Media.
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O eso creemos todos hasta que un instante después suenan trompetas, ondean estandartes y aparecen seis fornidos caballeros protegiendo a su alteza el rey Ricardo Cabezón de Melón quien sentencia: Esta noche no habrá horca, pueden darse por salvados, pero esa vil acción, y de personas modernas aparición, será castigada. Y de un puntapié manda al futuro a los infiltrados y al ladrón.

Pero al verme exclama: ¡Cuál maravilla es encontrar a Mileidi! ¡Cuánto tiempo sin verla! Y yo contesto: Pues sí… toda su vida, majestad. Me acaba de conocer. Él continúa: Te puedes llamar dichosa sobre cuantas hoy viven en la tierra; hacedme placer de veniros conmigo.

Saludos desde el siglo equis i.

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