miércoles, 2 de marzo de 2011

Con cinnamomum zeylanicum para chuparte los rolls

Sin afán de hacer competencia a ningún bloguero como Mikel que se ha merecido a sus fieles seguidores (a pesar de que esos mismos lectores transformen luego sus recetas y le dejen comentarios tipo "Gracias, me salió riquísimo pero en vez del bacalao puse berenjenas, en lugar de la mantequilla, utilicé aceite de coco y como no tenía sal ni pimienta, salpimenté con comino ¡Gracias por tu idea!") yo estaba deseando hornear un post sobre cocina.

Además, últimamente me llegan estímulos en todas sus formas, olores, sabores y colores que apuntaban a ello. Llevamos una temporada aventurándonos con arriesgados experimentos (anoche, como protagonista, la mostaza de Dijon). Pensar en qué ingredientes comprar se ha convertido en un continuo. Y hoy he pasado 60 minutos escuchando un programa de música dedicada a la comida en el que han hablado de potenciar el sabor de las hamburguesas escuchando rock & roll, han explicado cómo superar la tentación de devorar el título de ciertas películas -Tomates Verdes Fritos, Chocolat- y han ilustrado el gran paladar que tiene Franz Ferdinand.

Al elaborar una receta entran en juego la creatividad, la superación, la improvisación, el orgullo, incluso la carcajada. Pero también el miedo, la desesperación, la impaciencia, el peligro (¡el extintor!) y, en ocasiones, la sensación de fracaso. Recuerdo de repente mi primera tortilla española. Tenía 15 años, era el Día Internacional de las Comidas y por algún motivo cuando puse mi plato con todos los demás, las patatas habían perdido su precioso color dorado y ahora eran... ¡Verdes! Escondí la bandeja detrás de un flan de huevo y nunca reconocí que ese ladrillo con musgo había sido mi aportación.

Ese capítulo aislado no consiguió desmoralizarme a la hora de ponerme un delantal. Mi fijación ahora es otra: la canela. Está buena con todo. Con fruta, en las bebidas, sola, en un postre o encima del helado. Ayer, al ponérmela en la leche, una parte fue a parar al filete de pescado que esperaba su paso por la sartén y, atención al veredicto: E-x-q-u-i-s-i-t-o. Me veo con este condimento como María, la mejicana, que nunca salía de casa sin su bote de chile.

Esta noche me marco unos cinnamon & rolls. Con tupé.

4 comentarios:

chous dijo...

que viva la canela,buenísima con el café, y la infusión de canela alivia los dolores menstruales, mira tu que bien!!

Anux dijo...

Más te vale avisarme si haces los rolls, que me encantan!!

Sombrerete dijo...

Y además la canela hace que las personas se miren a los ojos (palabras del yayo turco)

Moi dijo...

Sí, muy mono el yayo, el bebé del principio y la niña bailando entre especias pero...un bodrio el Toque de Canela.