viernes, 12 de junio de 2009

De tics, bonsáis y órganos liberados

Salgo del pozo. Allí arriba huele a césped. A calor. Mmmmmmmmmmmm. Aspiro hondo y comienzo a caminar. Voy a cruzar la calle cuando de repente un coche atraviesa el paso de cebra. El mismo que cruzo yo. Al mismo tiempo que yo. Y no pasa por delante ni por detrás, sino a través de mí. El susto me hace perder tiempo. No sé dónde voy pero sé que llego tarde y sigo andando. Me pierdo en una guardería de adultos pequeñitos. Hay ponis y bonsáis en el jardín. Me da tanta grima que decido irme escalando un muro que acaba de aparecer, no sin antes llevarme un trípode que tiene la siglas XYZ.


Oigo: ¡A por eseeeee! Ese ese soy yo. Echo a correr calle arriba y sale el sol que aunque ya estaba en escena ahora lo está más. Está mucho más cerca de la tierra y me abrasa la espalda. Ésta empieza a deshacerse en escamas de cristal que al caer hacen el mismo ruido que el crash de una bandeja de copas contra el suelo. Pierdo así mi espalda por lo que mis órganos quedan a la intemperie, fresquitos. Se ven libres y empiezan a escaparse desfilando. Excepto el último, un pulmón que en vez de irse con los demás, me da la mano y me dice, yo me quedo.


Nos ponemos a hablar del excelente invento llamado cremallera y de lo agotador que es mantener una conversación con alguien que tenga un tic consistente en guiñar el ojo derecho y arrugar la nariz cada nueve segundos.

Entramos en el salón de una casa y ahí están las hermanas Hurtado. Estoy pensando ¡qué pintan estas mujeres aquí! cuando alguien (o algo) llama a la puerta. Riiiiiiiiingggggggggggg. Una y otra vez. Insistentemente. Riiiiiiiiiiiingggggggg. Pero no es la puerta. Ese ring es mi despertador y esto, un sueño.


(Un saludo a todos quienes aguantan y han aguantado mis interminables sueños en el nesquick-café del desayuno).

1 comentario:

Anux dijo...

Puñaoooo!!! Pensé que me había librado de ellos! Pero no, abro tu blog y pe persiguen...
En fin... tengo que reconocerlo; en el fondo... los echo de menos!!