jueves, 24 de enero de 2008

Yoagoyoga

Enredos, de MB. También lo llaman Twister. No es un juego ni para mayores de 6 años ni para menores de 99. Es para gente flexible y que no haga trampas. Lo mismo que el yoga. Vente a probar, me dice una amiga esta mañana.

En el yoga no hay ruleta ni azar que decida el destino de tus pies y manos. Hay una monitora que manda. Sus deseos son órdenes. Mano derecha al suelo. Pierna izquierda estirada hacia atrás. Pie derecho a la rodilla izquierda. Mano izquierda en forma de triángulo sobre vuestras cabezas. Y ahora igual pero al revés. La sesión ha seguido con más enredos y alguna que otra trampa por mi parte para descansar y poder seguir los diabólicos ejercicios. Estiramiento de abdomen, equilibrios sobre el dedo meñique del pie, giros de cabeza, y un largo etcétera que de solo recordarlo me canso. Mi cuerpo temblaba tanto que he tenido que aprovechar que la profe parpadease despacito, cerrase los ojos o se diera la vuelta para relajar mis minúsculos (no son más que eso).

La siguiente postura, sentada con las piernas abiertas, las rodillas un poco flexionadas, las plantas de los pies apoyadas en el suelo... Parecía gimnasia de preparación al parto. Solo le faltaba decir, Y ahora APRETAD, CHICAS. Yo he mirado a mi alrededor y había alguna señora que podía estar embarazada incluso de trillizos.

Por fin, la luz ha perdido intensidad. Ha llegado la hora del relax. Nos tumbamos con los ojos cerrados. Inspirad sssss. Escuchad los latidos de vuestro corazón. Pensad que estáis en un lugar muy muy tranquilo. Yo he pensado en la playa pero ni relajada ni leches. En la sala de al lado estaban con kick boxing: CHUNDA CHUNDA CHUNDA. Patada al aire. Grito. ¡AHHH! Puño patada. Nosotras: Inspirad. Playa, olas, brisa, tranquilidad... ¡¡¡GRITO PATADA CHUNDA CHUNDA PUÑO AHHHH!!!

Entre la falta de concentración y el hambre que tenía, me he imaginado sí, que estaba en la playa, pero también que la arena se me metía en los ojos cada vez que alguien levantaba su toalla, que una pareja jugaba a las palas y tiraba la pelota encima de mí continuamente, niños gritando y dos hombres diciendo, Hay cerveza, coca cola, agua y patatas fritas. Mmmm. Así que al acabar la clase he salido corriendo al bar de enfrente a comprarme unas rufles barbacoa. Allí me he encontrado con alguna de las alumnas disfrutando de las suyas. Entonces me he dado cuenta de que los supuestos bebés que tenían en su vientre estaban hechos del mismo material que el mío. De patatas fritas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...y después de todo, ahora, ¡encima agujetas!, ¿no? :-P