Ayer me terminé un libro de Auster que tenía a medias y me fui a la biblioteca de la universidad a por otro. Me llamó la atención uno llamado Montrer la guerre? Sobre la fotografía en conflictos bélicos. Me quedé un rato leyendo pero quise llevármelo a casa. Al pasarlo por la máquina de préstamo automático, piiiiii. Error. Había olvidado mi número secreto. Jiji. Me encanta. Cada vez que me piden un pin (palabra que no había oído hasta tener mi primer móvil), un código o contraseña miro a mi alrededor para que no haya espías ojo avizor. Después cojo mi llave mágica y entro en mi memoria. Me dirijo al departamento donde pone Private (aware of the neurons) y saco la carpeta de top secret. La más tentadora para los cacos. En ella guardo muchas cosas. Secretos que son o que lo han sido (que fueron desvelados por ceder a irresistibles persuasiones). Pero no encontraba mi clave de la biblioteca. Así que me fui al mostrador y le dije al mostrador (al chico): muéstrame s´il vous plaît la forma de sacar este sangriento libro (tendríais que ver la portada). Y el chavalín me dio la pista pero además me dijo que me debían pelas los de la biblioteca (pagué una cuota y me descontaban por ser estudiante). Yo le digo que creía que me lo habían devuelto ya, entonces él me responde que si es así, que mira qué bien, que me vaya todas las tardes a cobrarlo y con el dinero que le invite a una cerveza un día, a una cena otro día y si que si sigo cobrando esos 12 euros pendientes durante mucho tiempo, que le invite a dar una vuelta alrededor del mundo con Willy Fog. A mí lo de irme de viaje en globo con un bibliotecario y un león no es que me haga mucha ilusión la verdad. Así que decido coger mi libro y decir adiós. Aunque antes de salir por la puerta, otra vez. Pipipi. Era el detector de libros robados. ¡Soy ladrona de cultura! Grité. Después de desactivar correctamente la alarma, por fin, libre como un gorrión, salí al aire libre. Pero ni yo era un pajarito ni lo que había fuera era aire sino un vendaval que casi acaba con una persona estampándola contra un muro.
De camino a casa pasé por encima de un puente con vistas super chulas que atravieso todos los días. Desde hace ya cinco veo un gato muerto. Los coches aparcan, desaparcan, le tapan, le pisan y le requeteatropellan. Y el pobre bicho sigue allí. Digo yo, ¿es que no hay barrenderos en esta ciudad, en pleno corazón de Occidente? Quizás el gato no esté tan muerto y por algún motivo esté fingiendo. De todos modos es un puente bastante extraño. Un día ví un hombre extraño que se acercaba hacia mí de forma extraña, haciendo eses y hablando consigo mismo en voz alta. Nos cruzamos justo en el punto céntrico del puente donde había un charquito no muy grande pero lo suficiente para que cuando al loco diera un salto encima me llenase de barro y de mierda. Me pilló tan de sorpresa que no dije nada. Me quedé bloqueada. Me entró risa al verme víctima de tal ridícula situación. No habría dicho nada de todos modos, ¿para qué? A partir de ahora tomo precauciones; soy yo la que atravieso saltando y corriendo los 50 metros de longitud... no vaya a ser que el gato esté vivo y me de un zarpazo con sus garras.
Y antes de poner punto y final, lo más importante, mi búsqueda de empleo. Lo de tomar cafés con periodistas ya forma parte de mi horario semanal. El de hoy se trataba de un reportero dicharachero corresponsal de TV Castilla la Mancha que respondió a mi email diciendo: Elena, lo ideal es que te hagas con un directorio de la Comisión donde están todos los contactos relacionados con los medios de comunicación. Yo no lo tengo pero si quieres te puedo acompañar un día a la Comisión y ayudarte. Saludos, Javier. Llámame si lo deseas a este número (privado). Un encanto, ¿verdad? Total, que acabo de venir de la productora donde trabaja. Me ha pasado una serie de valiosos teléfonos y mañana me va a llevar a la Comisión Europea donde todas las mañanas se reúnen los periodistas a absorber información. Habrá gente de todo el mundo: negros, blancos, amarillos, verdes (¿?), etc. Allí veré las caras de todos los que me han dicho suerte con tu búsqueda, gracias por tu confianza, gracias por tu CV, gracias por tu correo, tal y tal. Espero que todo esto no sea más que un montaje. Mañana llegaré al enorme salón de actos y me recibirán todos con un aplauso. ¡¡Inocente!! Y me darán un trabajo en el que seré feliz y no comeré ninguna perdiz sino que ahorraré para pagarme un pedazo de viaje alrededor del mundo (en avión).
1 comentario:
ALE!!!!!!!!!!!!!!! LE PLUS GROS DES COURAGES, LNA!!!!!
Esto es tener (buena, muy buena) iniciativa.
GRACIAS POR SEGUIR DEJANDONOS COMPARTIRTE.
y B-R-A-V-O por esa manera de escribir.
GROS BIS, Gab
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