lunes, 29 de junio de 2009

Festival Couleur Café

¡Demostrado! En Bruxelles en ocasiones hace calor y puede incluso haber sequía durante 10 días consecutivos. Para comprobarlo ha vuelto desde Madrid la asidua a los festivales de verano. Si bien el año pasado se tragó el chaparrón y las costras de barro en el Wertcher, esta vez han sido chorros de sudor y toneladas de polvo lo que ha caracterizado su visita al recinto Tour & Taxis. Con ella hemos tenido (por las mañanas) al turista de Lavapiés y, directo desde Marsella, al pícolo cumpleañero.

El tiempo, por tanto, se ha portado muy bien en esta última edición del Couleur Café. ¿Y el resto de elementos? Más o menos, también.

El primer día.
Como todos los primeros días, tuvimos que esperar la cola de una hora para conseguir la pulserita que luego la gente deja pudrir en su muñeca de un año a otro.

Después, nada más pasar la puerta de entrada, con tal de no tirarlas a la basura, matamos en tiempo record las cervezas que habían sido pilladas in fraganti dentro de mi mochila. Culpa mía porque no me había preparado ninguna mentira y me pilló de sorpresa la pregunta que estaba claro que iba a caer: “¿Llevas bebidas dentro?” A lo que respondí, sin más: “Pues mira, sí”.

Atravesando el paseo con puestos de comida de diferentes países estaba la explanada con los tres escenarios. Y los que allí arriba tocaron pudieron ver, una vez más, que nuestros cuerpos no pararon de bailar ayudados por los energéticos bocadillos de lomo con tomate y las birras aguadas.

Entre otros, en este festival, tan étnico, familiar y carnavalesco, hemos visto a: la pareja de Mali Amadou y Mariam con sus gafas oscuras (no ven; son ciegos) recibiéndonos con La Réalité. Una chica, Ayo, muy dulce, muy bonita, muy tranquilita… Demasiado para lo que nos apetece en ese momento, por lo que nos limitamos a apuntar su nombre a la lista de próximas descargas de internet. Un Ben Harper con su habitual momento guitarra sobre rodillas (¡quién fuera esa guitarra!), algo más aburrido y decaído que otras ocasiones (quizás por faltarle sus Innocents Criminals). Keziah Jones, desconocido totalmente para nosotros, allí en el escenario Univers, descamisao y con sombrero. Y entre tanto, paseándose noche y día, había un grupo no numeroso de hombres haciendo una batucada mientras tres mujeres zancudas con trajes blancos y cucuruchos en la cabeza pululeaban a su alrededor.

El segundo día.
Ese día fue el de la banda The Skatalites, con muchas canas, a la que vimos a millones de kilómetros de distancia a las cinco de la tarde aún con el yassa poulet en digestión. Alpha Blondy con atuendo militar y un concierto cuyo único silencio fue el minuto dedicado a Michael Jackson...
Bibi Tanga, bajo la carpa Fiesta, nos fue preparando para uno de los mejores shows: el de Emir Kusturica con su disfraz de hombre alado y The No smoking Orchestra. Esa fue la noche en que los fuegos artificiales desearon un feliz cumpleaños al Couleur Café y mucho más feliz para el picolino.
Pero ahí no se acababa la música. Lo hacía con Magic System quien marcó el ritmo al trenecito que formamos de camino al bus nocturno.

El tercer y último día.
Gofre y avión para unos, cerveza y tercera jornada musical para nosotros. Antes de darnos el atracón final, visitamos la exposición que completa el festival. Estaba formada por una muestra de todos los carteles de años precedentes; una instalación con extravagantes aparatos para producir y deformar imagen o sonido; una esquina dedicada retratos, entre ellos, el de una mujer a punto de reducir a picadillo tres penes en una batidora; reminiscencias del ciclo de cine fantástico (que tuvo lugar un mes antes en el mismo centro cultural) como la reproducción de cadáveres de hadas y otros seres horribles; y otra serie de performances que nos tuvieron entretenidos bastante tiempo.

A eso de las siete nos zambullimos en el festival. Cesarea Evora, un placer de concierto de esta mujer quien tras su segundo tema mandó al saxofonista distraer al público para echarse ella un piti, más chula que un ocho, antes de retomar el micro. Asian Dub Foundation, subidón subideision; Terrakota, unos portugueses que me encantaron. Y al fin, con Bénabar, los franchutes de L´Effet Papillon, nos despedimos. ¡Esa noche nos tocaba dormir en cama!

jueves, 25 de junio de 2009

Por fin, l´été!

Se palpa. Se ve. Ya es verano. Fin de curso y vacaciones a la vista. Por las tardes, las terrazas se expanden hasta pisar el asfalto. Los trams, a rebosar, tienen que parar constantemente por la cantidad de gente que hay en la calle. No comprenden que un peatón belga solo puede deambular en sandalias unos pocos días al año.

Por las mañanas, las excursiones escolares. Los niños hacen filas con sus gorras blancas y chalecos fosforitos hasta los pies (look que será comentado dentro de unos años en sus perfiles facebook).

En general, sonrisas que caminan comiendo helados de nombres tipo Satélite o Super Bombón triplemente caramelizado.

De repente todo está en la calle mucho más visible que de costumbre. Menos ella. Ella es inquietante porque te ve a ti pero no viceversa. Ella es un cuerpo tapado completamente de negro o morado opaco que habla por teléfono y que lleva a sus niños de la mano. Que se baja del cochazo con su marido. Que espera delante de mí para comprar dos barras de pan normal y una integral…

miércoles, 24 de junio de 2009

Células madre

Es suficiente haber asistido a una reunión en la que se ha hablado de un reportaje sobre inseminación artificial ilegal y haber recibido un email que me comunica la operación con células madre a un familiar, para que en mi mente fusione ambas ideas, monte un pollo, añada y quite elementos, agite el contenido, y sueñe con un hombre malo malísimo que crea un ser humano a quien corta la cabeza, se la pone en forma de máscara para ocultar su identidad y pretende darme un susto sin saber que yo sé todo.

martes, 23 de junio de 2009

Hoje

Hoje se ha caido el mundo a mis pies. Ha sido esta mañana. Un mapa mundi al que no le da la gana quedarse en la pared donde yo quiero que se quede. ¿Será el momento de llevármelo a otra parte? ¿O que él me lleve a otro lugar?

Hoje he dudado si desayunar un bollo o no. Ha sido un poco más tarde cuando el traductor portugués, parodiando a empleados que mandan emails vendiendo pisos o bicicletas, ha enviado uno en el que ofrecía su napolitana de chocolate por setenta céntimos, precio de coste. Yo le he respondido que si le quitaba el chocolate me la dejaba por sesenta…

Hoje es hoy en portugués. Lo sé porque lo anterior se lo he escrito al colega en dicha lengua utilizando la traductora de google (“herramientas del idioma”) añadiendo que ni se molestara en corregirlo que eso tenía pinta de ser muy cutre y doloroso a la vista.
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Hoje, por la tarde, me he estrenado y he ido al gimnasio. He firmado, con la firma auténtica, un año de contrato. Aún no me lo creo. He entrado en la clase de bicicleta con música; spinning dicen que se llama. El hecho de ver todo chicos dentro me ha hecho pensar que eso iba a tener un nivel dificilísimo. Encima no he podido escoger la bici detrás de la columna para hacer trampas. Solo quedaba la que estaba enfrente de la monitora que me decía “pon la marcha más dura”. Uf, uf.

La mujer iba dando instrucciones. “Imaginaos que estáis en una montaña”. En mi cabeza, Navacerrada. Y subía la música: Because the night belongs to lovers. “Y ahora pensad que estáis en un velódromo y vais a adelantar a otro competidor”. Seguía la canción: Because the night belongs to love. En mi mente deambulaba otra idea: yo no adelanto a nadie más que con el pelotón estoy sobradísima.
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Y hoje, por la noche, me he sentido más orgullosa que la madre de Contador. Y cansada. Mucho.

Mañana, amanhã será otro día. (¡Eso espero!)

domingo, 21 de junio de 2009

Quince años tiene mi amor, le gusta tanto bailar el blues...


Quince años cumplió anoche El café Bizon y lo celebró con un chute de blues cuya autoría no tiene un solo nombre ya que parte de la soirée consistió en una sesión de jam por la que pasaron los habituales de los lunes. Artistas experimentados que allí, desde la tarima, demostraron cómo deleitar a un público variopinto que iba aumentando según avanzaba la noche.

A la guitarra, a la batería eléctrica, al bajo y al pianista inicial se añadieron nuevas voces, un teclado a cuatro manos y una armónica. Los instrumentos se pasaban de unos a otros. Se calló un instante el bajo y se duplicaron las guitarras. Desapareció la armónica y las palmas acompasadas de los presentes encontraron su lugar en esa improvisación de medianoche. La única que no paró de moverse fue la chica que bailaba descalza con su cuerpo de goma. Incansable. Incombustible.


Al margen de la música, hay que sumar, de puertas afuera, las pompas de jabón que salían sin cesar para llamar la atención a los transeúntes. Y en el interior, las estrellas de papel plateado que bajaban dispersas impulsadas por un ventilador gigante. De repente, después de un petardazo desconcertante y un momento de oscuridad total, llegaron ¡los fuegos artificiales! Fue una segunda lluvia de estrellas. Algo bastante temerario por hacerse en un lugar tan reducido. Desacertado, también, por llevarse a cabo sobre nuestras cabezas y, entre ellas, la del enorme bisonte que de vez en cuando bufaba humo para agradecernos haber festejado con él sus quince años dando la nota.

martes, 16 de junio de 2009

Où est la main de l´homme sans tête *



* Es el título de una peli de Guillaume Malandrin.

viernes, 12 de junio de 2009

De tics, bonsáis y órganos liberados

Salgo del pozo. Allí arriba huele a césped. A calor. Mmmmmmmmmmmm. Aspiro hondo y comienzo a caminar. Voy a cruzar la calle cuando de repente un coche atraviesa el paso de cebra. El mismo que cruzo yo. Al mismo tiempo que yo. Y no pasa por delante ni por detrás, sino a través de mí. El susto me hace perder tiempo. No sé dónde voy pero sé que llego tarde y sigo andando. Me pierdo en una guardería de adultos pequeñitos. Hay ponis y bonsáis en el jardín. Me da tanta grima que decido irme escalando un muro que acaba de aparecer, no sin antes llevarme un trípode que tiene la siglas XYZ.


Oigo: ¡A por eseeeee! Ese ese soy yo. Echo a correr calle arriba y sale el sol que aunque ya estaba en escena ahora lo está más. Está mucho más cerca de la tierra y me abrasa la espalda. Ésta empieza a deshacerse en escamas de cristal que al caer hacen el mismo ruido que el crash de una bandeja de copas contra el suelo. Pierdo así mi espalda por lo que mis órganos quedan a la intemperie, fresquitos. Se ven libres y empiezan a escaparse desfilando. Excepto el último, un pulmón que en vez de irse con los demás, me da la mano y me dice, yo me quedo.


Nos ponemos a hablar del excelente invento llamado cremallera y de lo agotador que es mantener una conversación con alguien que tenga un tic consistente en guiñar el ojo derecho y arrugar la nariz cada nueve segundos.

Entramos en el salón de una casa y ahí están las hermanas Hurtado. Estoy pensando ¡qué pintan estas mujeres aquí! cuando alguien (o algo) llama a la puerta. Riiiiiiiiingggggggggggg. Una y otra vez. Insistentemente. Riiiiiiiiiiiingggggggg. Pero no es la puerta. Ese ring es mi despertador y esto, un sueño.


(Un saludo a todos quienes aguantan y han aguantado mis interminables sueños en el nesquick-café del desayuno).